Nota: Antes de leerte este tópico lee ``Proyecto de grupo - Historia a seguir (Legionarios)´´
Edito: Por favor, este tópico es exclusivamente para seguir la historia (Quiénes tienen autorización para hacerlo), para lo demás esta el otro...
Equipo 1
Prologo
En el centro de Enkei el ruido del metal y el fuego interrumpieron el silencio de la noche, destruyendo la defensa de la ciudad, y matando a quien hiciera resistencia o tuviera el valor de quedarse en su camino. Enkei era una prospera ciudad, en el bosque de la eternidad y gobernada por el Castillo de Enkan ubicado en su centro. Pero debido a la enorme riqueza y al poder que ejercía la ciudad, el sacerdote supremo y consejero del rey decidió traicionarle, anteriormente habían sido casi hermanos, fueron criados juntos y siempre fueron mejores amigos, pero últimamente solo le envidiaba y sentía odio y desprecio por el, guiado por estos sentimientos organizo el ataque, pero no todo estaba resultando bien, la ciudad estaba muy bien preparada y sus tropas podrían aguantar la confrontación; sabiendo su destino, y en un acto desesperado, rompió la ley mas sagrada que existía, no crear vida mediante la magia, del bosque en el que estaba la ciudad creo el cuerpo en el cual sello el miedo y odio que esa noche se vivía, dándole así un alma propia. Pero el precio fue caro, los humanos pueden controlar los elementos de la naturaleza, pero no la esencia de la vida, y el costo por darle un alma al odio y al dolor que le dominaban, fue perder la suya propia.
El rey, al saber la situación, y comprendiendo que no había forma de vencerle, decidió usar su alma propia como sello para llevar a la bestia al descanso, puesto que ``ninguna criatura que no pueda comprender la muerte será capaz de apreciar la verdadera felicidad en la vida ´´, y así sello al bosque, que fue olvidado, y abandonado a ruinas.
Capitulo 1, Parte 1
La muerte bajo la luz de la luna – Un asesino de almas
La Luna bañaba en blanca luz las copas de los árboles que rodeaban la sacristía, la noche estaba fria, el viento galopaba haciendo silbar los árboles huecos a la vez que arrastraba el la cola de mi habito y las hojas de robles que yacían secas por el otoño. Cubrí mi cabeza con el gorro de tela, lo que daba a mi rostro un aspecto sombrío, dejando ver no mas que algún reflejo de luz sobre mi nariz y mi boca. El viento soplo una vez más, como si me impulsara a entrar por las puertas de la capilla, así que decidí dar pie a mi cometido. Aunque vestía un hábito similar al de los monjes, el mío era de un café mas intenso y gastado, así como más abierto en el frente dejando ver un fajin y las botas que al pisar resonaban en un eco interminable en cada esquina.
Una vez adentro, quien buscaba se encontraba guardando algunos instrumentos en una pequeña cajita de madera, mientras rezaba un verso acompañado de el típico timbre monótono en su voz. Otro monje se hallaba en el lugar, rezando de rodillas frente al pulpito, decidí hacer la espera sentado en una de las bancas, pero cuando tome asiento, el joven acolito se levanto y se dirigió a la salida. Adopte una posición mas cómoda, como echado sobre el asiento, esperando el actuar del monje, quien termino de colocar las cosas en la caja, la cerró con llave y se dirigió a mí.
-Que buscas a estas horas, hijo -respondió, lacónico
-A usted, padre
-Pues lamento informarte, que el perdón de los dioses solo se le es dado a aquellos que se arrepienten
-Padre, no es el perdón de sus dioses lo que busco, si no a usted -Dije, mientras me paraba y caminaba hacia el, llevando la mano a mi cintura-
-No puedes -Dijo, horrorizado- No en un lugar santo
-Santo, padre, es un termino relativo
Empuñe mi espada, que se comenzó a llenar de un aura negra casi etérea, luego, el ruido sordo de una caída, sin marcas, sin sangre, solo un tibio brillo bajo la luz de la luna que entraba por un ventanal. Me agache y hurgando entre su tunica encontré lo que buscaba, un libro de roñosas hojas, corroídas por el tiempo. Me levante, volví a acomodar mi capucha y salí del lugar. Mi caballo, negro como la noche, apareció luego del silbido. Monte y galope hasta la ciudad... los otros dos debían de estar esperándome
Capitulo 1, Parte 2
Cortando los hilos invisibles – el discípulo de la luna y el sol
Caminaba por una calle pequeña y rodeada de casas, cuando llegue al lugar planeado me detuve, una llamara de fuego paso frente a mi, voltee a ver y el estaba ahí. Era un joven varios años menos que yo, su rostro no se podía ver claramente, y todo el resto de su cuerpo estaba completamente cubierto, ni siquiera sus manos estaban visibles. A su lado se veían dos sombras, no se distinguían bien, pero sus nombres los conocía de hace tiempo, luna y sol.
Mage: Has decidido venir gato…
Gato: No tenia otra opción y lo sabes bien, ¿Por qué tanto interés en el día de mañana?
Mage: Mañana despertara la joya que he esperado tanto…
Gato: ¿Joya?, lo siento, debes estar equivocado, en este pueblo no hay gemas de valor.
Luna: Joven gato, una joya no tiene que ser una piedra preciosa ni un hermoso cristal
Gato: No lo comprendo bien, pero aun me sigue preocupando que estés aquí, Mage
Mage: Mañana comprenderás mejor la situación gato, solo tienes que hacer lo que digo
Gato: Artimañas de un titiritero, te encanta jugar con las vidas de los demás
Sol: Pero es bueno en ello, tendrás que ir, quieras o no
Gato: Lo se…
Tras estas palabras le di espalda y seguí caminando en dirección a una vieja casa que estaba cerca, después de voltearme y antes de marchar, di un vistazo atrás, pero como de costumbre el ya no estaba. La puerta era antigua y hermosamente decorada, la abrí, y a mis pies encontré una nota, pase y me apresure a leerla, lo que estaba ahí escrito lo había visto antes, pero no lograba recordar cuando, preferí guardarla para averiguarlo después, tendría que descansar para el día siguiente
Capitulo 1, Parte 3
Negociando la carta – Quien posee el alma de fénix
Los contornos se difuminan, todo se hace borroso, en medio de la nieve una niebla espesa envolvía a la ciudad como a una mortaja, el caminaba pesadamente por la solitaria calle, sus pasos eran amortiguados por la alfombra de nieve y silenciados completamente, ni el mismo podía oírlos. Las farolas solo ofrecían una tenue luz que apenas y penetraba la densa neblina y sólo parecían pequeñas llamas de velas flotando en la oscuridad.
Avanzaba más hacia las barriadas, a medida que caminaba notaba que no estaba solo, Mage no podía oír sus propios pasos, menos los de cualquier otro que se fuera acercando. Pero estaba seguro, alguien le seguía los pasos, más que notarlo, más que sentirlo, lo intuía, era una especie de sexto sentido que le alertaba del peligro, y nunca fallaba, en más de una ocasión debió su vida a esa habilidad especial, a esa intuición. No había viento, pero el frió le calaba hasta en los huesos y cada vez que hundía sus pies en la nieve sentía que la escarcha le quemaba aun a través de las gruesas botas.
La calle se hizo angosta y había cada vez menos casas, fuera del camino, una figura se movía ágilmente entre la escarcha y la nieve que caía en el piso, atravesando la niebla sin errar ningún paso en el camino, como si pudiera ver a través de ella. Eidahan, envuelto en sus raídas y sucias capaz, cuyo color era imposible precisar, se movía con paso decidido siguiendo a mage, la distancia era considerablemente prudencial, sabía que mage no podía notar su presencia, pero mucho mejor no arriesgar, según había escuchado mencionar en las distintas tabernas y tascas en las que había estado, era de los mejores asesinos de la región, aunque se sabia que ese era solo su trabajo secundario, si es que se le podía considerar así.
Mage se detuvo, no miró a los lados, ni giro la vista ni dio medie vuelta, pero su mano se disparo directo hacia la empuñadura de su akatsui, desde la relativa distancia Eidahan escuchó la voz de mage.
Mage: Si eres quien creo que eres, es mejor que salgas de una vez...
Hubo un pesado silencio, no se oía respuesta… “esta esperando que yo crea que me lo imaginé” pensó mage, pero él ya sabía que alguien le seguía, aunque fuera quien fuera, era muy bueno, le estaba costando trabajo, y si no fuera porque estaba seguro que iba a encontrar gente no hubiera dudado en que había imaginado todo eso. Pero ya podía notarlo, se estaba acercando, oyó el sonido de sus ropas y algo metálico.
Eidahan: Eres mage, no es así?
Mage: parece que sólo deseas confirmarlo –Dijo dándose vuelta, y mirando a una figura que se acercaba entre la niebla, no distinguía mucho, apenas su oscura silueta y su descontinuado contorno.
Eidahan: pues si, me lo supuse desde hace un rato, pero solo quería estar seguro…
Cualquiera se habría ofendido, pero entre gentes que acostumbran a viajar por los bajos fondos la desconfianza era la mejor divisa.
Mage: bien… entonces no necesito preguntar quién eres, no Eidahan?
Eidahan: no… no es necesario.
Mage: entonces, es hora de hablar.
Eidahan: exacto, sígueme.
Eidahan alcanzó a mage, ambos estaban alerta, aunque no lo demostraban, hacerlo sería arruinarlo todo. Mage noto que Eidahan caminaba con decidido paso, como si la neblina no le molestara y pudiera ver a través de ella, y se dio cuenta que su vista debía ser muy penetrante, quizás por eso podía seguirlo desde tan lejos y mantener el paso sin equivocarse en la niebla y que él mismo no pudiera verlo (apenas y podía ver un par de metros por delante de él!)
Doblaron en una esquina y entraron a una calle angosta, allí podía verse mucho mas, el calor de las casas alejaba un poco la neblina y se distinguían sus oscuras formas y algunas luces dentro de algunas ventanas, por un momento pensó que entrarían a alguna, pero sólo se detuvieron frente a la mas vieja y destartalada de todas las casas.
Eidahan: bien, para qué querías verme.
Mage: pues… -Retrocedió un poco y cruzó los brazos sobre su pecho.- Hay algo que creo, tu debes tener, y que yo necesito.
Eidahan: algo que tu necesitas?
Mage: déjame explicarte, sólo quiero… negociar…
Eidahan: quieres negociar, eh? Bien, eso depende, qué es lo qué quieres obtener?
Mage: he escuchado que tu familia es antigua.
Eidahan: se ha hablado mucho de mi familia…
Mage: naturalmente… y tu familia conserva muchas cosas de la antigüedad, ganadas muchas.
Eidahan: a dónde quieres llegar? –Dijo ya con tono suspicaz.
Mage: hay un objeto, una llave, que estoy seguro debes conservar, eres de los últimos miembros que quedan, y no eres igual de insensato que el resto… o eso dicen.
Eidahan: pues, si… eso dicen…
Mage: y bien?
Eidahan: si sé de que objeto hablas, pero no es negociable.
Mage: estas seguro? Puedo ofrecer muchas cosas.
Eidahan: tu lo has dicho, no soy igual de insensato que el resto de mi familia.
Mage: te niegas aun sin saber que es lo que te ofrezco a cambio?
Eidahan: para qué deseas la carta?
Mage: carta?
Eidahan: si, esa llave de la que hablas es una carta en realidad. Una especie de sello, no puede abrirse tan fácilmente.
Mage: mis propósitos son asunto mió. Necesito esa carta por motivos personales…
Eidahan: Lo siento, pero no te entregare la carta, no pienso separarme de ella sin un buen motivo
Mage: Seguro que hay una forma de hacerte cambiar de opinión
Eidahan: Lo siento pero no, no te entregare la carta
Mage: Pues en ese caso, supongo que no hay negocio
Mage movió su mano, como si fuera a coger su Akatsui, Eidahan puso su mano en la empuñadura de su espada, pero antes de que arremetiera contra Mage, un llamarada paso frente a el, corta y espontánea, pero muy clara, al parecer sin embargo Mage no la había visto, se quedo paralizado por un momento, hasta que escucho una voz a sus espaldas
Gato: Pues, yo creo que si hay una forma…
Eidahan volteo su vista sin despreocuparse de Mage, era un joven de cabello marrón oscuro, casi negro y ojos marrones también, su cuerpo estaba cubierto completamente y estaba desarmado por excepción de dos pequeñas cuchillas
Mage: Gato, ¿Qué planeas?
Gato: Pues, si el tiene la carta y no desea separarse de ella, lo mas lógico es que venga con nosotros, ¿no lo crees eidahan?
Eidahan: pero miren… si es Gato y su camarilla.
Gato: Eidahan… -Dijo deteniéndose ligeramente, una sonrisa sarcástica se dibujo en su rostro.- El Fénix, eh?
Eidahan: trabajas con Mage ahora?
Gato: hay unos asuntos que él y yo debemos resolver.
Mage: espera… piensas invitarlo así tan a la ligera?
Eidahan: y además… que te hace pensar que aceptaré así como así?
Gato: eres de los más buscados en todo el reino, y desde hace días te vienen cercando lentamente, al menos accederás a acompañarnos, y nosotros te ayudaremos a salir.