por aoshin el Jue Abr 22, 2010 10:17 pm
Sara era capaz de cometer adulterio por un lado, llorar por sus pecados por otro y disfrutar ambas operaciones a la vez. Joyce Cary.
La fidelidad no es inherente a la naturaleza humana. Inherente a esta puede ser respirar, caminar, ser gregario, buscar alimento, refugio...tener la capacidad de comunicarnos mediante un lenguaje repleto de símbolos que nos sirven entre otras cosas -y a diferencia de otras especies de inteligencia considerable- para representar y transformar a nuestro antojo el mundo antes que simplemente adaptarnos a las condiciones que el medio nos ofrece. Ni la biología, ni la antropología ni la primatología sugieren que los seres humanos tengamos que ser monógamos por imperativo genético o natural. Muchas religiones si lo sugieren o más bien lo imponen so pena de castigo eterno. Por suerte sus súbditos suelen ser bastante hipócritas y mojigatos, y a escondidas (sin que su Dios o su pareja se enteren) se divierten fornicando por todos los orificios de su sagrado cuerpo en secreto con otros creyentes traviesos, llenando los moteles y hoteles de una capital latinoamericana cualquiera un viernes o sábado por la noche e incluso entre semana escapados en horas de oficina.....
Pero también sugieren algunas religiones que el mundo fue creado hace cuatro mil años por ejemplo; o que la mujer proviene de una costilla carnosa de un varón imperfecto creado primero a imagen y semejanza de su diseñador omnipotente, que por la misma regla de tres, debe ser bastante imperfecto también para clonarse a sí mismo de manera tan lamentable pudiendo hacer un trabajo mejor. Sin embargo, no por eso la gente que no está adscrita de manera fanática y acrítica a un dogma se lo tiene que creer.
Oh, señor concédeme castidad, pero no lo hagas todavía. San Agustín.
Al menos para alguien del montón como yo sin pedigrí espiritual, antes que esa fábula creacionista, me hace más gracia por decir algo la teoría de ¿Las mónadas¿ de Leibniz; o alguna ingeniosa y guapachosa leyenda Chibcha creada por un santón cundi-boyaco místico harto de chicha. Para alguien como yo que no milita en partido ni religión alguna (y Dios me libre de militar en cualquiera jamás) tiene muy poca importancia que haya un mandamiento que diga: ¿No fornicarás¿. Mandamiento que como es apenas lógico nunca he cumplido ni pienso cumplir, lo cual sin duda me asegurará una condena asquerosa en el fuego eterno aunque pueda haber sido en vida mejor persona que millones de creyentes abstemios en materia de contención erótica.
La iglesia primitiva exageró las bárbaras opiniones de san Pablo con respecto a la sexualidad en pareja...y en solitario también. Por ejemplo San Pablo prohíbe la fornicación, prohíbe el control de la natalidad y prohíbe la disolución del matrimonio entre otras bellezas, que ustedes dirán lo que quieran, pero desde luego ya han perdido vigencia y utilidad práctica en la vida actual. De forma paradójica a pesar de tantas prohibiciones de alcoba que no le deberían importar a San Pablo, ni a su tía Gertrudis, ni a la vecina del quinto... ni a nadie más que al par de amantes en cuestión, y como mucho al marido o esposa ¿deshonrada¿, si, si, a pesar de que dichas prohibiciones hayan sido el fundamento de la normativa moral cristiana en materia de sexualidad, en los tiempos que corren cualquier persona medio sensata sabe que es absurdo mantener tales preceptos en un mundo injusto y abarrotado de gente como el que nos tocó. O lo que es peor prohibirle por ¿ley divina¿ a la gente controlar la natalidad o mantener un matrimonio infame ¿por los hijos o el qué dirán o miedo a la excomunión¿..., o guardar castidad hasta un improbable e incierto matrimonio que cada vez se produce más tarde y dura menos..., si es que se produce claro.
Pienso que para ser un buen ser humano no hace falta ser un dechado de contención genital y castidad anacoreta. Hace falta eso si, ser honesto entregado y franco. Pero esto no compite con no ser monógamo. Y creo también que hoy en día pensando como lo hago al respecto de este espinoso tema casi ninguna mujer en su sano juicio se metería conmigo. Da igual que les parezca ¿un buen muchacho¿, sepa cocinar riquísimo modestia aparte, comprar en el super, planchar..., sea honrado, me cambie de calzoncillos todos los días, sea muy trabajador y sea capaz de hacer (sin despeinarme) de manera eficiente todos los oficios de la casa. Mi escepticismo en torno a una imposible monogamia y mi poca credibilidad en las bondades de una convivencia asfixiante en pareja anularían cualquier posible virtud que yo tuviese. Como en efecto ha sucedido claro.
Tampoco creo que para ser una buena persona sea necesario prometer una exclusividad sexual imposible en el transcurso de una vida promedio, o una fidelidad erótica en la que no creo, ni le doy más importancia que la que si le doy por ejemplo a la lealtad, la admiración sincera, la coherencia, la solidaridad mutua y la honestidad. Esto no sólo a nivel de pareja sino en la vida y el trato con mis semejantes y demás seres vivos en general incluida la hormiga culona, la Danta de los Andes y el atún rojo que devoran los hijueputas japoneses, los mismos que mantienen con su insaciable voracidad a este hermoso pez y a muchos otros por el estilo en vías de extinción.
Aunque les parezca increíble mucha gente creyente piadosa y devota, está convencida que es menos excusable o soportable tener una aventura extra marital, una ¿infidelidad¿ que por ejemplo ser un político corrupto, un atracador de abuelas o un violador de niños. Si no me creen pregúntenle a esa luminaria medieval el cardenal Dario Castrillón que primero es capaz de exonerar de culpa y cohonestar a un cura pederasta que ha abusado de 20 niños, que por ejemplo, a una señora con rulos de Medellín que cansada de que su marido mujeriego le de en la jeta borracho durante 20 años, un día decide ponerle los cuernos al desgraciado con un cartero mulato joven y bien dotado. Creo que el concepto de infidelidad tal como lo exterioriza la inmensa mayoría de las personas no es más que un tabú, un prejuicio arraigado ancestral de origen patriarcal y religioso. Obviamente a mi nunca me lo aceptan en la cara y suelen concluir que el libertino o el perro degenerado soy yo, o en el mejor de los casos se burlan de mis posturas o intentan ridiculizarlas. Con lo cual la discusión muere por física falta de argumentos en la otra parte.
La mayoría de las personas creen que una aventura o una infidelidad es intolerable más por tradición heredada por inoculación temprana a través de las creencias que reciben de sus padres, circulo familiar o ideología, que porque tenga una base racional aceptable o argumental consistente en que se pueda sostener en los tiempos que nos ha tocado vivir. Esta misma gente que defiende (al menos de dientes para afuera y condena a muerte cualquier amago de infidelidad en su pareja o el prójimo incluso aunque ellos mismos ya la hayan practicado varias veces) si hubiesen nacido en Kabul o Kandahar con la misma fe ciega que los mueve, creerían en las asquerosas sharias con las que los imanes y Mulás interpretan de forma ortodoxa y atroz el Corán; si hubiesen nacido en Tel Aviv santificarían las milenarias y absurdas tradiciones prohibitivas culinarias, machistas y xenófobas que dicta el Talmud o la Torá.... y a su vez todos ellos entre si se odiarían mutuamente a muerte, de manera apasionada, y se defenderían siempre diciendo que los infieles ¿son los otros¿ y que la solución pasa porque los cristianos se conviertan en musulmanes, los musulmanes en cristianos, los judíos en protestantes etcétera. ¡Y de ahí no los saca nadie! Mientras tanto los que no creemos en religión alguna miramos con estupefacción tamaña estupidez de prepotencia espiritual vacua que ya lleva siglos de sangrienta confrontación en forma de cruzadas, ¿guerras santas¿ e intifadas; mientras los no creyentes (que contrario al imaginario popular no tiene por qué ser sinónimo de mala persona, ni tenemos rabo de cabrito ni mucho menos pezuñas) contemplamos atónitos tamaña incoherencia hostil en clara paradoja con la tolerancia y benevolencia que sus funcionarios terrícolas suelen pregonar en el púlpito la mezquita o la sinagoga..
He estado enamorado de la misma mujer durante cuarenta años. Si mi mujer se llega a enterar alguna vez, me matará. Henny Youngman.
Regresando a temas más de andar por casa en chancletas y calzoncillos, la fidelidad dentro de la pareja es más un ideal, una quimera que muchos quisieran ver como real. Una gran farsa una gran mentira en la práctica la mayoría de las veces. Obviamente es posible, como es posible ser hincha de Millonarios o de la selección Colombia de fútbol (a pesar de tener el sufrimiento y la decepción garantizadas) o creer en selenitas y marcianos macrocéfalos verdes, o ser fan de Julio iglesias o defender ideas neonazis. ¡Claro que es posible! Otra cosa es que sea sano, honesto o natural. La monogamia auténtica es posible en algunos raros casos en gente que la ha escogido de mutuo acuerdo con sus creencias o herencia como un modelo de vida que quieren seguir, respetable por supuesto. El problema es que cuando uno bucea un poco en esa aparente ¿fidelidad a prueba de bombas¿, no es justa ni recíproca. La mayoría de las veces es una fidelidad más de nombre, de ilusión de temor tradicional heredado, de fuertes dosis de hipocresía que de otras cosas. Pregúntele si no usted a su madre o a su abuela que se jactan de llevar varias décadas en yunta con el salvaje de su abuelo o su padre (si es que la infidelidad no los ha separado aún...) si durante los treinta o cuarenta años de matrimonio su padre o su abuelo jamás le ha sido infiel...ave María purísima....¡ella sabrá que seguro se ha tenido que tragar su orgullo por allá en una lejana juventud más de una vez perdonando al viejo! O quizás haya sucedido al contrario y ella tiene su secreto bien guardado en el escote de su enorme sostén..., nunca se sabe. Pero eran otras épocas y la gente hacia de tripas corazón ¿por los hijos¿ y en particular se aceptaba socialmente de forma tácita la infidelidad masculina. Por el contrario se repudiaba de manera feroz la femenina aunque se diera en menor medida por la espantosa educación represiva que recibían nuestras madres y abuelas y la dependencia económica que ellas solían mantener debido a la disparidad en el acceso a la educación y el mercado laboral. Hoy en día por suerte eso cada vez más nos suena a historia. Aún así, Es muy difícil que un hombre o mujer incluso de nuestra época y generación acepte un episodio de infidelidad. ¡primero muertos que aceptarlo! Yo en algunas ocasiones he intimado con mujeres que tenían novio o esposo y que aún así estando en una cama con un extraño ¿como dios las trajo al mundo¿ seguían defendiendo a muerte la monogamia y la fidelidad para siempre (¿.) El o la infiel intentará negarlo por muy evidente que sea. Sabe que si lo hace, si lo acepta, perderá la ¿autoridad moral¿ que lo hace jugar con ventaja para un día poner el grito en el cielo si la que lo hace es su pareja. Así de esta manera tan mojigata y malsana se mantiene una feria de apariencias, una sarta de autoengaños que convierten muchas relaciones en caladeros de desazón y desconfianza mutua latente pero no aceptada. Las personas se van llenando de miedos y resentimientos que no comunican por vergüenza de ser tildados como celosos, y esta saturación de mala leche termina por hacerlas completamente paranoicas e infelices o simplemente indiferentes y amargadas por desgaste. En el mejor de los casos se continúa ¿por los niños¿ por dependencia emocional malsana... por dinero o conveniencia profesional o social.
La fidelidad en forma de monogamia es posible, como lo es la poliandria o la poligamia, pero no por eso debemos decir que es natural; ni que es lo único honesto o deseable. Yo la Poligamia la veo igual de improbable e indeseable para mi vida como veo la monogamia al estilo hipócrita mojigato actual. Creo que hay muy poca justicia en los dos modelos y para mantenerlos hacen falta fuertes dosis de hipocresía por un lado y mucha plata cinismo y sumisión por el otro. Si la monogamia fuera efectiva, real, honesta por elección y mutuo consentimiento en ambos miembros de la pareja seria pasable, aunque esa castración emocional me parece innecesaria mantenerla por sistema para una vida entera. Si fuera real y bilateral vale, se pasa. Pero casi nunca lo es. Al menos la inmensa mayoría de los hombres desde tiempos inmemoriales nunca la hemos cumplido. Dejo al margen discusiones estériles de si fue primero el huevo que la gallina: que si es por factores biológicos, que si es por las diferencias neurológicas en el uso de los hemisferios cerebrales, o si es como se obstinan en afirmar las feministas más radicales: ¿única y exclusivamente por condicionamiento cultural¿, o por culpa de los vallenatos, el rock machista de Led Zeppelin o las rancheras... o por lo que sea. Me dan igual los ¿verdaderos motivos¿. Sólo digo de manera objetiva que es un hecho que hasta hoy ha habido más proclividad a la promiscuidad (estando ya inmersos en una pareja) en los hombres que en las mujeres. Ya sea por factor educativo, cultural o biológico evolutivo o por una mezcla de todo lo anterior. Lo que digo es que la monogamia hipócrita, con trampa no vale, y eso es lo que abunda en la tradición judeocristiana. Y eso no lo quiero para mi vida ni para la vida de mi perro Happy tampoco.
Lo natural en una pareja (de hoy) no de la época de nuestras madres y abuelas donde ellos podían tener diez aventuras o queridas y ellas ninguna so pena de ex comunión o escarnio social. Digo que lo natural en una pareja que por ejemplo lleve cinco o diez años juntos, es que haya sufrido profundos altibajos, dudas, crisis esporádicas, episodios furtivos y no descubiertos o explícitos de infidelidad en uno o ambos miembros (eso si siempre negada aunque se tengan todas las pruebas en contra) También es natural que haya desencuentros, que haya épocas donde baje la libido, periodos de disgustos o separaciones aunque se sigan queriendo, o simplemente épocas en que todo anda en teoría bien pero no podemos evitar sentirnos atraídos por un compañero de trabajo o un vieja amiga o un gran amor de juventud que aparece de repente o se mantiene latente. Porque simplemente nos hace sentir bien al menos para conversar aunque nuestra realidad haya cambiado y cada uno viva historias y compromisos al margen. Lo natural es que de vez en cuando ella o él en el transcurso de una larga relación de muchos años, decidan darse un beso o un abrazo íntimo o tengan sexo con un extraño o una amiga o ex novia, porque señoras y señores la vida no se puede enmarcar en la perfección de una figura geométrica ideal euclidiana. La vida tiene arrugas meandros, rugosidades, pliegues... curvas, aristas. La vida y las relaciones de pareja en particular no son lineales, son fractales como lo es una costa, un árbol un bosque...como lo es un río que corre de manera caprichosa e impredecible a pesar de la rectitud monótona e imposible con que trazan las fronteras las montañas y los ríos en los mapas. En lugar de sufrir por estupideces travestidas en prejuicios inamovibles, lo que deberían hacer los grandes amores imperfectos es plantearse unas reglas imperfectas pero sensatas ajustadas a la realidad y no a lo que debería ser. Pactar y crear unas concesiones donde ambos aceptaran sus carencias aciertos y limitaciones, y que por algo tan estúpido como una simple aventura o escarceo erótico una relación no se fuera al garete por física incapacidad emocional de aceptar que la vida no es un pentágono que se puede trazar con fronteras infranqueables.
Algunas personas dicen que lo que le duele más no es el hecho físico en si de la probable cópula de su pareja con otra, sino más bien el hecho de pensar que el objeto de su deseo le pueda dedicar tiempo, pensamientos o cariño a otra, aunque sea poquito, aunque ese amor o cariño no compita y no se pueda comparar con el que ella misma recibe. Eso me parece muy infantil, egoísta, muy mezquino. Es como si uno quisiera reservarse el ejercicio de gobernar la llave del cariño de la otra pareja. Como si uno tuviera asegurado el monopolio de la administración de los afectos de los demás. Si a uno no lo descuidan, le siguen deseando y amando que carajos importa que la persona que uno quiere pueda querer un poco de alguna manera a un amigo, un ex novio una amiga o a quien su libre albedrío y mundo propio interior le invite a hacerlo. ¿O es que acaso usted estaría dispuesto a dejar de querer a sus amigas entrañables que nunca le han hecho nada malo, a su ex novia que tan especial e importante es en su vida, o a borrar de un plumazo a todas las personas por las que siente gusto, atracción o cariño anterior, tan sólo por que su nueva pareja no lo soporta. ¿A que no es bueno verdad? Entonces no pida lo mismo que usted no estaría dispuesto a hacer o que aunque niegue sigue haciendo a escondidas. Me inquieta para mal la gente que afirma que estando con su pareja no necesitan de nada más y de hecho lo hacen, y se lo creen. Acaban con su mundo interior, renuncian por completo a sus amigos de toda la vida, se encierran en una sola persona, se vuelven dependientes emocionales y el día que esa persona les falla o les falta, ¡el mundo se acaba para ellas! porque no saben vivir por si mismas. No saben hallar momentos de felicidad al margen de su pareja, eso me parece poco sano y demasiado peligroso. La dependencia hace surgir un miedo exagerado a perder a nuestra pareja y de ahí a los celos enfermizos y el sufrimiento diario sólo hay un paso.
Me parece más honesto y sincero estar con alguien sin necesidad de amenazas explícitas, ultimatums preventivos o prohibiciones consuetudinarias. Sin vivir bajo la espada de Damocles y el fantasma de catecismos rancios redactados por curas que nunca se han acostado con una mujer...con niños si, pero con una mujer no. Me parece más sensato amar de manera generosa sin que se sea coaccionado ni advertido con frecuencia. Amar por voluntad propia, de manera espontánea. Total uno jamás puede tener el control absoluto de la otredad por más que quiera y crea conocer a su amada o amado en cuestión. Hoy en día al menos entre la mayoría de los que tienen acceso a una educación mínima, un trabajo decente y buenas dosis de información, nadie se aguanta estar en una relación injusta por mucho amor que haya. Hacen bien. Y buena parte de esas relaciones que con un poco de inteligencia, trabajo arduo en combatir nuestras mezquindades y mano izquierda podrían reciclarse, transformarse evolucionar, ofrecer buenas dosis de satisfacción para ambos, se pierden por la imposibilidad de abandonar unos esquemas mentales rígidos, unos patrones hipócritas que en la intimidad todos reconocen que son absurdos e inútiles, pero que en la práctica ante una negociación, una concesión o simplemente llamar a las cosas por su nombre la mayoría de las personas suelen reaccionar con histeria, violencia y victimismo. Suelen abandonarse a la nefasta inercia del colosal peso de la tradición. Incluso las que son en apariencia más liberales y ¿modernas¿ en otros aspectos de la vida.
Conozco (y ustedes también) cientos de casos en familiares, amigos y amigas íntimas, ex novias o personas cercanas en general, de gente que en público defiende con uñas y dientes que ¿jamás perdonaría una infidelidad¿ y de hecho ante algún episodio circunstancial o aventura por pequeña que sea de su pareja montan en cólera y hacen el numerito del traicionado, herido y maltratado, que airean a los cuatro vientos si es posible en redes sociales etcétera. Indisponiendo a todo el mundo durante seis meses para terminar perdonándolo al final (...) Cuando yo mismo sé y me consta que ellos o ellas lo han hecho una o varias veces también y tan sólo han tenido la ¿buena suerte¿ de no ser descubiertos. No sé ustedes pero al menos yo la mayoría de las veces que he empezado un relación por corta que haya sido con una mujer que me gusta, ellas como es apenas lógico arrastraban un pasado generoso al igual que yo. Incluso un presente complicado, o estaban en trance de separación, o habían roto con su pareja hace poco, o estaban solas pero tenían un par de amantes esporádicos...etcétera. ¡Siempre pasa igual! Después de las primeras y novedosas experiencias de la adolescencia es casi imposible empezar una relación de cero:¿en condiciones óptimas de soledad y disposición total¿. Cuando no hay ex marido o ex esposa aún amada por ahí, hay hijos, o las dos cosas. O despecho, o dolores recientes mal curados, o desconfianza en uno o ambos por golpes del pasado... o ansiedad, o lo que sea. Y este peligroso cóctel de vulnerabilidad suele entorpecer el comienzo o el rescate de cualquier historia de amor por más entusiasmo que haya. Cuando uno ya tiene más de cierta edad es imposible encontrar alguien ¿puro¿ sin cargas emocionales ajenas y antiguas o incluso sin cargas físicas en forma de renacuajos o Yorkshires meones y pedorros. O a lo mejor ella o él aún están inmersos en una relación que naufraga o no les satisface. ¿Y qué hace la gente? ¿abstenerse? A lo mejor negarse y decir: ¿no gracias es que necesito estar ciento por ciento despejada...¿ Que va...¡no, nadie hace eso en la vida real! La mayoría de las personas con un poquito de sangre en las venas nos lanzamos aún a sabiendas que a lo mejor vamos a salir escaldados. ¡Eso si que es parte de la naturaleza humana! y no una fría racionalización ¿a posteriori¿ a toro pasado en forma de moralina chocante del tipo: ¿como yo ya me he quemado no quiero que tú te quemes¿. Es inútil señora madre o señor padre o señor amigo...su adorado retoño también se quemará, como nos hemos quemado todos hasta que algún día se enderecen las cargas o ¡eureka! damos con la buena y aprendemos a sufrir y a darle importancia a lo que en verdad lo merece; y si no...¡al menos se intenta!
La gente se ha acostumbrado a vivir así, a esconder sus verdaderas intenciones, a ocultar ya sea por: prejuicios de crianza, religión o medio en que se crío. A ocultar sus vergüenzas y a escandalizarse cuando son otros los que se atreven a ir de frente o simplemente se encuentran con ¿la mala suerte¿ de no ser tan hábiles para ocultar sus secretos de alcoba.
La humanidad tal y como la conocemos ya erguida, ya parecida al Homo Sapiens que hoy somos no lleva más de 160 mil años sobre la faz de la tierra. Si, ya sé que antes hubo Cromagnones y Neanderthales etcétera. Pero como somos hoy tan solo llevamos 160 mil años, lo cual en cifras y para efectos de la vida homínida sobre este planeta es una lagaña de mosquito...¡es nada, un suspiro...muy poco! Cuando aún vivíamos en las sabanas africanas en pequeños clanes de no más de 150 individuos, era muy importante establecer una alianza ¿práctica¿ con una pareja fértil y saludable de la comunidad que a su vez escogía un macho fuerte y geneticamente atractivo para garantizar la supervivencia de la especie. Ese es el verdadero origen de la costumbre llamada monogamia. Había cientos de peligros por ahí acechando y el hecho de que el macho troglodita se encargara de largas y agotadoras jornadas de caza afuera, le hacia exigir de alguna manera cierta ¿contención sexual¿ a su pareja troglodita, porque si él salia a arriesgar su enmarañado pellejo luchando contra Mamuts y tigres dientes de sable, lo mínimo que podía exigir, era que al menos los pequeños cachorros cavernicolas por los que ¿se estaba matando¿... fueran de él. ¡No faltaría más alimentarle los vástagos del picapiedra vecino! Obviamente al no haber condones marca Durex todavía en las farmacias del paleolítico a la señora cavernícola por más fuego que tuviese en su peluda entrepierna le tocaba abstenerse so pena de ser molida a garrotazos.
Luego en la antigüedad ya en el Neolítico con la creación de las grandes ciudades-estado y las constantes guerras se hacia imperativo en sociedades tan marcadamente patriarcales que tras las largas ausencias de los guerreros que se jugaban la vida matándose por cualquier güevonada, sus esposas no se aparearan con otros machos; por la misma razón. Por garantizar que sus vástagos fueran de ellos, y no del tonto del pueblo o del sacerdote inseminador que estaba exonerado de ir a combatir.
Por suerte la vida ha cambiado ostensiblemente, aunque en ciertos sectores urbanos y rurales de nuestra piadosa nación todavía abunde este modelo troglodita... por desgracia. Hoy nadie con dos dedos de frente y tres de flequillo, en su sano juicio quiere tener diez hijos ya que siendo 8 mil millones de desheredados en este mundo que estamos acabando con todo lo que se mueve..., seria poco menos que una espantosa irresponsabilidad. La inmensa mayoría de la gente por mucho que los curas y pastores fanáticos e hipócritas les digan lo contrario ya saben que las parejas no follan únicamente para reproducirse hoy en día; lo hacen como una manifestación más de su afecto, por gusto, por dinero, por placer, o por simple llano y vulgar amor. De hecho cada vez hay más parejas que juntan sus vidas y rehúsan a tener hijos o como mucho se plantan en uno o un par a lo sumo. Ya nadie (excepto algunos belicosos gringos y musulmanes tropeleros) permanece largas estancias en guerras estúpidas e inútiles. Además hoy en día ante cualquier duda por paternidad con las pruebas de ADN se sabe en pocos minutos quién es el verdadero padre del renacuajo, y es muy fácil descubrir si a uno le han metido ¿un gol¿. Para colmo es técnicamente imposible descubrir si la esposa o novia de uno se ha tirado a un batallón entero en nuestra ausencia por viaje de trabajo o pequeña separación por motivos cotidianos. Los preservativos, los anticonceptivos han liberado a la mujer de estar pariendo en contra de su voluntad, nos han protegido de antiguas delatoras y fatales enfermedades venéreas, y a los hombres de ir dejando hijos regados por ahí como si fueran terneros de engorde que se siembran en fincas diferentes.
¿Entonces por qué la infidelidad, la simple posibilidad de que nuestra novia, amiga moza, o esposa pueda dejar pasar por su boca o entrepierna algún miembro que no sea miembro de nuestro cuerpo sigue aterrorizando tanto? ¿Por qué se sigue mitificando, sacralizando un himen, sobre valorando una aparente ¿pureza moral¿ en el hecho de jamás pecar de obra omisión o pensamiento con la presencia tangencial de otra persona en la vida de nuestra pareja? ¿Por que tantas y tantos piensan que si uno se acuesta con otra ¿ipso facto¿ se va a enamorar perdidamente y la va cambiar? ¿Es que tan mal andamos todos de autoestima, seguridad y amor propio? Por qué somos tan hipócritas si cuando estamos a solas a veces pensamos en otras personas, chateamos y llamamos a otras personas y les damos un trato especial o cariñoso también... Si cuando discutimos o estamos mal con nuestra pareja incluso llamamos o nos vemos o anhelamos o nos acostamos con otras personas. A veces incluso ¿sin estar mal¿ por simple gusto. Por qué esa necesidad casi patológica de huir de una persona que ejerce una atracción grande sobre nosotros por el simple hecho de evitar ¿tentaciones¿. ¿Tiene gracia ¿ser fiel¿ porque a uno le toca...? Aunque esa persona de la que huimos en algún momento puntual de la vida pueda tener un valor enorme como ser humano difícil de encontrar, una inteligencia maravillosa o sea digno de admiración. O yo que sé, a lo mejor sea un polvazo al menos para una noche en la soledad de un hotel en retiro laboral. O quizás se pueda convertir en un amigo o amiga entrañable sin erotismo de por medio que pueda enriquecer nuestra vida. Parece que fuera imperativo para medir la validez o autenticidad de un amor, el hecho de tener una promesa escrita con sangre de que jamás ni por accidente...(ni por delante ni por detrás, ni por los lados...) nos vamos a acostar con otra persona; aunque en el fondo casi nadie lo pueda cumplir durante la ¿duración eterna¿ de una unión efímera como las que abundan en estos tiempos pos modernos por fuera y de educación sentimental tan deplorable medieval y enquistada por dentro.
Yo he llegado a ver a amigos y amigas que ya han rehecho su vida con otra persona, sufriendo celando y ridiculizandole los nuevos amantes a sus ex parejas incluso meses o años después de haberse dejado. Llamándoles a fastidiarles a incordiarles, poniéndoles mensajes estúpidos...intentando estorbar ¡ya sin ninguna necesidad.! No pueden evitar el dolor, el egoísmo profundo y la mezquindad de imaginar que esas personas puedan ser felices al menos por diez minutos sin ellos... los consume la envidia. Aunque ellos y ellas mismas se vivan tirando cada día a su nueva pareja o conquista. Imaginar a su ex en brazos o dentro de otra o de otro, los hace perfectamente infelices y a eso, a esas reacciones melodramáticas de las más bajas, mezquinas y asquerosas pasiones señoras y señoritos, la gente suele bautizar con el grandilocuente y pomposo nombre de AMOR. Si el amor sólo puede ser así, yo paso del amor. No me interesa el amor...Como diría el gran Tonino Carotone... ¿me cago en el amor¿ ...si tiene que ser así. El amor debe ser algo mejor, otra cosa menos trágica, menos mezquina, más generosa.
Como ya imaginaran intentar ser coherente y medio honesto en este tema hace que a uno le vaya como un perro callejero en materia de uniones duraderas, incluso en pasajeras también. Decir que uno no cree en la monogamia y que duda que la convivencia en pareja sea sana para ¿el amor verdadero eterno¿ no abre propiamente muchas puertas... Y en efecto así me ha ido a mi como los perros en misa de gallo, aunque he hecho el loable esfuerzo de vivir más de una década en pareja que no está nada mal. Normalmente me suelen mandar a la mierda aunque eso si con mucho cariño...paradójicamente me dicen que me han querido mucho y ¿me amaran toda la vida¿ como en el bolero, y que soy muy buena persona, y que como yo no hay dos que baile un merengue etcétera. Bah, Yo es que voy con mucho recato en eso: no me creo mucho ni los halagos ni los madrazos que me dan. Me los tomo con calma. Algún día alguien me dijo que yo hablaba así porque jamás me había enamorado de verdad...que manía la de la gente por ponerle un rótulo a todo. Y que manía la de la otredad por creer que todos debemos vivir bajo el mismo patrón...como dicta la ley, aunque ¿la ley divina¿ en materia de monogamia haya demostrado con creces durante miles de años ser injusta hipócrita y asquerosa, en suma una mierda. Que mi amor no es sincero porque cuando mi pareja se acuesta con alguien no me vuelvo una miseria y me quiero morir...No sé, no veo por qué la exclusividad sexual y las reacciones pasionales violentas deban ser el termómetro que mide ¿la calidad¿ o valía de un amor. Yo he podido y he tenido la suerte de amar como el que más a unas personas durante pocos meses, porque no había forma ni espacio ni tiempo de más....y a otras durante toda la vida, con mayúsculas, y quienes me conocen de cerca saben que es así. Pero nunca le he guardado castidad a nadie, ni lo pienso hacer. Como tampoco la he exigido ni mucho menos suplicado ¿fidelidad genital o mental¿ en los ojos en los labios, o en los sueños o pensamientos íntimos de nadie. Nunca he tenido una mujer ¿fiel¿ en ese sentido absurdo ni espero tenerla, entre otras cosas porque nunca lo he pedido. Todas sin excepción me han puesto los cuernos, algunas por venganza otras porque les nacía que más da. Supongo que el amor debe ser más generoso que eso a que nos han acostumbrado. El miedo y la paranoia es lo fácil, deshacerse de ese lastre es lo que cuesta. Para aprender a vencerlos no nos salen las respuestas en un huevo kinder y mucho menos en un tamal. Hay que exigirse, trabajar mucho y eso es una labor ardua y difícil. Por eso siempre es mejor absorber, controlar y que sea el otro el que renuncie a su mundo interior para que nosotros no suframos ni un milímetro. El miedo exacerbado las formas enfermizas de retener y querer...el miedo y la paranoia constantes no nos garantizan conservar a nadie. Por el contrario terminan aburriendo hasta al más entusiasta de los amantes. Para que nuestra pareja se eche un polvo con otro tipo solo necesita ¡cinco minutos! de intimidad sin testigos y un baño público, o en su trabajo... en el asiento trasero de un automóvil etcétera. Me gusta pensar que si una persona tiene la libertad de conocer universos al margen de uno y aún así se obstina por seguirnos o buscarnos eso puede ser más parecido a una verdadera entrega, complicidad y justicia en el ejercicio de los afectos. Es muy probable que me muera sólo como un perro, eso si muy querido y todo... pero de lejos...sin embargo no me hace gracia entrar en el juego de creer que la vida desde su evidente fractalidad quepa en los límites, en los trazos perfectos de un triángulo equilatero. No sé la de ustedes... pero ni mi vida ni mis sentimientos son lineales, por el contrario tienen accidentes desconcertantes, cimas eufóricas, abismos, pliegues, pasado hermoso del cual no quiero prescindir por darle gusto a nadie, rugosidades en forma de recuerdos, e imperfecciones en forma de deseos y curiosidad, y espero seguir delineandolas como son y no como hace miles de años algunos pensaron que debería ser.¿ A lo mejor puede ser¿ también que la mayoría de la gente esté en lo cierto y el que esté meando fuera del tiesto sea yo.¿ Puede ser, pero cuando veo como terminan los grandes amores eternos a mi alrededor, como sufre la gente por nimiedades absolutamente evitables si se eliminara la hipocresía y se hiciera un pequeño esfuerzo por mitigar la mezquindad y el deseo de poseer... Cuando miro a mi alrededor y veo gente super inteligente y con éxito llorando por las mismas tragedias sentimentales de siempre...¿siento que puede que al final termine solo, si, pero lo que me ahorro en calma, en¿tranquilidad y en evitar momentos asquerosos no tiene precio.
O.T.M
Hay dias en que somos tan moviles, tan moviles...
Como las leves briznas al viento y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la gloria no sonria...
La vida es clara, undivaga y abierta como un mar...