por Soulafein el Mié Feb 04, 2009 9:58 pm
-Capítulo II: El Abismo
"Malditas sean mis piernas" pensaba Sunk mientras corría a través del bosque bajo la luz de la luna, quería que se moviesen con más rapidez. Quería notar que pisaba más rápido el suelo, más veces, que el suelo era capaz de ofrecer más resistencia a cada paso y así impulsarlo más lejos con cada zancada. Primero apoyaría el talon después el resto del pie, el pie se levantaría primero por el talón y por último por la punta del pie, todo ello tenía que ser con más fuerza, con más velocidad. Sunk sabía que se estaba moviendo muy rápido, corriendo como no lo había hecho nunca, sin embargo le parecía que iba demasiado lento. Lo estaban persiguiendo, se estaban acercando y le iba la vida en poder escapar, no solo su vida, si no que puede que también la de su pueblo.
Hace unas horas Sunk había cruzado El Abismo en dirección al Norte. Los Dunai nunca mandaban exploradores en esa dirección, pero la situación era desesperada, y requería una medida desesperada. Su padre no había aprobado que Wulf, líder del consejo de la guerra y de la academia de los Filos, hubiera elegido precisamente a su hijo para una misión tan peligrosa. Pero Sunk lo consideraba un honor, siempre había admirado a Wulf, que había sido como un tío para él, incluso había elegido entrar en la academia de los Filos en vez de en la de los Guardianes como era el deseo de su padre y lde la cual era el director.
Dentro de la academia de los Filos se entrenaba la destreza y el sigilo, asi como la astucia. El entrenamiento de la magia también tenia cabida, pero siempre con vistas a una utilidad práctica. Sus funciones eran la obtención de información, la inflitración, y la anticipación a los movimientos enemigos. Aún con todo esto en el campo de batalla tenían un papel muy importante pues con sus tácticas hostigaban continuamente a los enemigos, y su estilo de lucha hacia que apenas se contasen bajas entre sus filas. Dentro de la academia habia varios rangos, Exploradores y Protectores eran los mas bajos, después estaban los Filos y por último los Filos Negros. Sunk se sentía orgulloso de haber sido el Dunai más joven en ser admitido entre las filas de los Filos Negros, con tan solo cuarenta años, y esta misión lo terminaba de colmar de orgullo.
Hacía mucho tiempo q ningún Dunai cruzaba El Abismo. Se decía que allí había sucedido una gran tragedia y que mas allá de él solo esperaban peligros y muerte.
El único enfrentamiento armado entre los Dunai y los elfos había ocurrido allí, dónde antes había un lago en cuya rivera los elfos tenían una próspera ciudad. Había sido una batalla muy cruenta en la que habían perecido guerreros de ambos bandos, y que había tenido un repentino final cuándo los grandes magos de los elfos, en un acto de desesperacion, decidieron reunirse para invocar un gran poder mágico, tanta era la magnitud de esa energía que no pudieron dirigirla contra sus enemigos, si no que estalló en la propia ciudad, hundiéndola junto con el lago en un agujero de inconmensurable profundidad. Solo quedó, en el lugar donde se hallaba la ciudad, una formacíon de piedra que, a modo de puente, cruzaba la mitad del abismo uniendo ambos extremos. Era la única manera de cruzarlo pues a los dos lados del abismo se elevaban unas escarpadas montañas que parecían infranqueables.
La razón que había llevado a los Dunai a adoptar medidas tan extremas como atravesar ese lugar maldito era que en su ciudad hacia casi quince años que no nacía ningún niño, no sabían la razón, pero las mujeres ya no se quedaban embarazadas. Esto unido a las guerras y amenazas externas habían hecho que su poblacion fuese disminuyendo poco a poco, su número apenas llegaba a los cuarenta mil, mientras veían como sus enemigos, antaño subyugados bajo su dominio, se iban fortaleciendo y volviendo mas osados día tras día. Tanto era así que los habían obligado a unirse en una última ciudad, Belozar. Tenían que encontrar una solución , una respuesta a este misterio, en algún lugar y tenían que encontrarla pronto, si no querían ver a su especie condenada a la extinción.