sigue...
CAPITULO OCTAVO
CUANDO LOS CHOFERES DE TAXI NO SON PRECISAMENTE LO QUE UNO LLAMARIA PURITANOS, CASTOS Y ORTODOXOS
Caminando así, por muchos valles y caminos, atravesando ríos y pantanos, prados y montañas, poblados y desiertos, bulevares y centros nocturnos de sano esparcimiento masculino, llegué hasta la capital del reino, la ciudad de Akatezakamoselpellejópolis cuyo nombre no me inspiraba mucha confianza, este había sido cambiado por idea de unos urbanistas modernos que además gastaron los recursos de tres años de la ciudad en la construcción de un urinal público en forma de medio cadillac gigantesco pintado de púrpura con motas verdes. Lo ultimo que se supo de ellos es que después de haber sido sometidos a las dos mil quinientas ochenta y tres torturas del verdugo de la ciudad Temajolajeta, los pisó una manada de bisontes furiosos y quedaron mejor.
Dudando de la seguridad de las calles hice parar (despajes de correr tres cuadras con la mochila a cuestas y quedar sudado como calzón de gorda) un Yegua-Cab (taxi tirado por caballos, blindado y pintado de amarillo, nada que ver con los Yellow-Cab por si acaso) que era todo un ejemplar del tunning criollo: estaba equipado con spoilers, lunas tintadas y foquitos de colores por todos lados, amen de unos zapatitos de bebé en el espejo retrovisor junto al ambientador en forma de pino y los dados de peluche, además de stickers de dibujos animados por todos lados acompañados del tradicional bordado de la bendición de Urkupiña* y tampoco puedo olvidar las borlitas de colores y plumas de avestruz que adornaban a los caballos…
Sentado en medio de ese ambiente carnavalesco semifolklorico, multicultural, plurilingüe y todogustoide (por no decir cholo**) me sentí tan seguro como Georgi Busch sin sus guardaespaldas en medio de una mezquita iraquí en pleno ramadán, rociando cerveza y bailando música country con las mujeres de todos los hombres presentes que además están armados hasta los dientes… vestido solamente con una tanga rosa y un sombrero de vaquero por si las dudas.
Debido a las rápidas miradas que el chofer del antro-móvil dirigía a mis cosas empecé a ponerme medio inquieto, pero al ver que aparte de eso hechaba ciertas miradas medio libidinosas sobre mi humanidad ahí nomás le dije que pare el carro, convencido de que era mejor ser victima de atraco que de acoso sexual.
Bueno, eso explica la pinta del carro -me dije y poniéndome la mochila al hombro fui caminando por las calles de la ciudad, con bastón en mano listo para dar de garrotazos a cualquier malviviente o malentretenido que se me acerque, en defensa del bien público, de las buenas costumbres y de la sana moral.
En eso, una pandilla se me acerca, son bastantes, parece que todos andan borrachos. O algo peor…
Me detengo, la relación es de uno contra veinte, alisto mis armas y me dispongo a dar lucha hasta la muerte, tomo fuerzas de los recuerdos: el pequeño Timy en su lecho de enfermo luchando por sobrevivir, el perrito toby jugando en el parque, la primavera con sus flores llenas de candor y pureza, están mas cerca, ya casi puedo sentir el horrible hedor a inmundicia que traen encima y que recogen de sus antros de perdición, entonces uno de ellos me dice algo, bajo las armas y luego…
* Bendición Urkupiña: bendición de la virgen de Urkupiña, patrona de los chóferes en
Bolivia.
** Cholo: ordinario
CAPITULO NOVENO
LA PARRANDA
-Si ven una piña colada en el bar!!!
-Bob esponja!!!
-Su cuerpo absorbe y sin estallar!!!
-Bob esponja!!!
-El mejor amigo que podías desear!!!
-Bob esponja!!!
-Y como a un pez le es fácil tomar!!!
-Bob esponja!!!
-Quien es???
-Bob esponja!!!, Bob esponja!!!, Bob esponja!!!
-El es Booob, esponjaaaaaaa!!!!!
Se aclara un poco la cortina de humo de las pipas y de las antorchas, y allí, medio escondido entre la multitud de seres de distintas razas y la mesa cubierta totalmente de botellas vino, se encuentra al que todos festejan, semiinconsciente por la cantidad de licor que ha tomado, con la ropa en sucia y en desorden y con dos mujeres, una sobre cada pierna, mientras bebe y habla sin parar, un viejo mercenario que acaba de entrar a la taberna del dragón (como se llamaba aquel tugurio)intrigado se pone a averiguar que era lo que pasaba:
-¿Que sucede?, ¿otra vez la noche de poleras mojadas? –preguntó a un enano tratando de abrirse paso entre la multitud-
-Nada de eso –le respondió un enano- es un forastero que llegó hace tres noches y no ha parado de beber, para contando historias fantásticas y por cada tres palabras que dice: tres son burreras, pero burreras tan bien dichas que se ha hecho todo un festejo a su alrededor, te digo viejo que este es el tipo mas mundano y parrandero que he visto en mi vida, lleva bebiendo los tres días y todavía no cae –terminaba de contar mientras se oía otro montón de risotadas- parece que otra vez esta contando la historia de las amazonas.
-¿Y como se llama este tipo? –preguntó el curioso-
-No sé, creo que Arcos, Atroz o algo parecido, pero acá todos le dicen Bob esponja por lo bebedor- le respondió el enano y luego se puso a ver como unos elfos hacían un break-dance mientras ponía tachuelas en el piso.
-Mmm, tengo que conocer a este sujeto -se dijo el mercenario- tal vez pueda serme útil- y se puso a conversar con los que rodeaban al cuenta cuentos
¿Pero como es esto? ¿Qué hace el paladín de la pureza, la castidad y la buena moral haciendo sociedad con semejantes impíos? ¿Qué le pasó a Lord Athos?
La respuesta es bien sencilla, cuando estuvo a punto enfrentarse con los tipos esos a los cuales tomó por pandilleros estos le reconocieron como a un viejo excompañero de la promoción de la academia de magos donde habían estudiado y le invitaron a tomar unos tragos, el aceptó y después de mucho fandanguear y de quedar abandonado por sus antiguos compañeros que se cansaron de pedirle que vaya a descansar, se instaló en el figón de mala muerte donde permaneció hasta hoy y en el cual había hecho varios amigos y “amiguitas”.
Esperemos que se recoja de la parranda pronto y recupere la conciencia, para que –si queda algo de el- podamos seguir la historia.