por lord_alvar el Dom May 15, 2005 12:07 am
Al cabo de unos dias, decidieron que su lugar no estaba entre humanos. Partieron en busca de un nuevo hogar, no sin antes ceder la propiedad de la casa a uno de sus vecinos, quien la acepto gustosamente, aunque, al igual que el resto, apenado por su partida.
Pasaron semanas, viajando por los caminos, bajo su forma humana parano llamar la atencion. No encontraban ningun sitio donde pudiesen estar. No tenian lugar entre los humanos, pero tampoco entre los dragones, quienes les despreciarían y humillarían.
Al final, dirigiendose hacia Ergoth, descubrieron una isla lo suficientemente lejana como para no ser descubiertos, pero no tanto como para aislarse del mundo.
Era perfecta, intima, pero no aislada.
Por a noche, cuando nadie les veía, dejaron atrás su forma humana, adquiriendo sus cuerpos la elegancia de los dragones. Juntos, se dirijieron a esa isla, donde planeaban vivir para siempre.
Al principio tenian cuidado de no dejarse ver mucho, para evitar cualquier especulacion sobre su existencia entre los humanos pero, con el paso del tiempo, se volvieron mas y mas descuidados, hasta que, un dia, desde la cercana Ergoth del norte, sus habitantes les vieron. Al principio no le dieron importancia, pensaron que seria 2 dragones que peleaban sobre la isla, pero su aparicion dia tras dia lleno la calle de especulaciones, hasta el infortunado momento que estas llegaron a oidos del clerigo de la ciudad.
Fue así como los dioses se enteraron de su existencia y, consternados ante tal osadía, decidieron que debian ser destruidos. Los dragones intentaron escapar de ellos. Durante dias estuvieron sobrevolando las islas en un aparente vuelo caotico, con los dioses siguiendoles la pista. Pero no podian escapar, no de ellos. Al final, cansados de huir y también de pelear, decidieron aterrizaren una de las islas y esperar ay el enfrentamiento final.
Tras una breve discusion con los dioses, estos decidieron acabar alli mismos con ese asunto. Cual fue sau sorpresa, cuando los dragones tomaron su forma humana y juraron que, aunque acabasen con ellos, nunca les permitirian hacer lo mismo con sus hijos. Justo en ese momento, el poder de los dioses, unidos, se desencadeno sobre los dragones.
Hoy en dia, se dice que en una isla cercana a Ergoth, se encuentran 2 estatuas, una de un hombre con armadura de cuero y otra de una mujer con un pelo de un extraño matiz plateado, unidas en un eterno abrazo. Tambien se dice que quien mire fijamente los ojos de las estatuas, vera como la magia aun brilla en su interior y como los 2 dragones vuelan, por fin, libres....
Hijos. Habian tenido hijos. No se podia consentir. Los dragones del bien y del mal estaban hechs para odiarse mutuamente, no para amarse. ¿qué podria salir e aquello?. No, tambien habria que destruirlos. Los dioses, sobrecogidos ante este nuevo descubrimiento, partieron enseguida en busca de esa maldita progenie. Pero el vuelo de los dragones habia sido demasiado irregular, por lo que los dioses tardaron en encontrar el nido. Al llegar, descubrieron que una docena e huevos yacía, indefensa, sobre el nido. Los poderes de los dioses se desataron de nuevo, destruyendo los huevos de 1 en 1. Pero al llegar al ultimo, este no se rompio. Terremotos, inundaciones, erupciones volcanicas y todo cuanto los dioses intentaron contra aquel dichoso huevo no sirvio de nada. Al final, el juramento de los dragones se habia cumplido. Nunca podrian eliminar por completo a su descendencia mientras los espiritus de sus padres velasen por él.