La Eternidad de las Flores

Un lugar donde los héroes se reúnen a discutir, reír y beber!

Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Sab Dic 31, 2011 6:11 am

Por su lado, el Elfo Nocturno entró por la puerta. Los guardias intentaron quitarle el báculo, pero la burbuja que antes le había protegido. Ambos soldados se alertaron, gritando por refuerzos, a lo que una horda de unos veinte hombres respondieron corriendo con lanzas en dirección al muchacho.

-Demonios- dijo el Kaldorei.

Tomó el báculo y apuntó al primer soldado a la derecha, y lo desplazó apuntando a todos aquellos que tenía a la vista. Mientras lo hacía, una luz azulada era disparada contra los hombres, quienes de inmediato quedaban congelados tras el contacto.

-¡Por el amor de la Diosa!- exclamó.

Luego, notó que otra parte del ejército de la ciudad se acercaba a él, dispuestos a cortarle la cabeza de una u otra forma. Volvió a extender el báculo, esta vez fue viento lo que salió de él, empujando a los soldados contra un muro. Los que no murieron quedaron inconscientes y muy fracturados como para ponerse en pie.

Corrió hacia el castillo de la ciudad, casi sin toparse con obstáculos. Cuando un soldado se aparecía, simplemente levantaba el báculo y una esfera de energía o fuego salían para darle alcance al atacante.
De este modo, no tardó demasiado en llegar a la puerta. Allí se encontraba Aunrae, quien llevaba las ropas bañadas en sangre, incluso su cara estaba manchada. Tras ella, cientos de cuerpos estaban tirados en el piso.

-¡Las cuatro fases de la madre!- exclamó el Elfo Nocturno tras la vista.
-Esto aún no comienza- fue la única respuesta de la Drow, con una voz ronca.


Las puertas del castillo estaban cerradas, y parecía que nadie las iba a abrir. La drow, volviendo en sí, rió ante las ideas que cruzaron en su cabeza.

-¿Qué es tan gracioso?- le preguntó con curiosidad el muchacho.
-Vas a tener que hacer explotar la puerta- le dijo la chica.

El Kaldorei al notar que esta era de madera, intentó hacer que las tablas se salieran por su cuenta, pero una especie de magia las retenía. Después de intentarlo varias veces se rindió, y con su báculo lanzó una esfera de energía contra la puerta, rompiéndola en mil pedazos.

Con un gesto, la Drow le indicó que continuaran. Así lo hicieron, paseándose por los pasillos, matando a quien se les cruzara por uno u otro lado. Cuando Aunrae estaba ocupada matando a unos, Inírion se ocupaba de los otros.

Tras varios minutos en esa labor, se dieron cuenta de que estaban perdidos en ese laberinto que Chaman había construido para cansarlos.

-Por las seiscientas sesenta y seis capas del abismo, ¿dónde mierda se escondió este cobarde?- preguntó la Elfa mientras terminaba con el último soldado.
-Debe estar en su trono- sugirió el joven.

En ese mismo momento encontraron a una sirvienta y le preguntaron dónde se encontraba “el Rey”. Sin saber que decir, los guió hasta la sala del trono y luego, desapareció.

-Vaya mujer más extraña, ¿tan miserable es?- se preguntó el Kaldorei.
-Debe serlo, de otro modo no nos hubiera traído hasta aquí-

Sin nada más que decir, entraron al lugar, esperando encontrar alguna parte de la milicia de la ciudad guarnecida. Sin embargo, el Elfo Oscuro estaba sólo, sentado en su trono con una copa de vino en la mano y una pierna sobre una bracera.


Aunrae no pudo pensar otra cosa más que: “patético”. Inírion quedó tan sorprendido de la actitud petulante de Chaman, que abrió la boca sin querer.

-Te reto a un duelo, aquí y ahora- declaró la joven.

El Rey de Cronopía se enderezó, luego se puso de pie y caminó hacia ella. Cuando estuvieron frente a frente, ella se sacó el guante y lo lanzó ante sus pies.

-Acepto-
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Sab Dic 31, 2011 6:48 am

La Drow recogió su guante y se puso en un lado angosto del rectángulo que constituía la sala. Chaman se puso en la cara opuesta.

-Inírion- llamó la chica –No te entrometas, no importa si me va a matar, no lo hagas- le ordenó.
-Pero… Está bien- aceptó el muchacho.

Los Elfos Oscuros se acercaron lentamente, rodeándose con círculos imaginarios. Ambos desenvainaron sus cimitarras y se miraban sin expresión alguna.

-Es bueno ver a un familiar- dijo Chaman.
-Ser el hijo adoptivo de la abuela no te hace un familiar- respondió la chica.

Sin prestarle importancia, continuó hablando.

-Al fin la descendiente legítima va a terminar el trabajo sucio de la poderosa Confused, estoy asombrado. Como la vejez le debe haber arrebatado las fuerzas y el inútil de su hijo fue incapaz de detenerme, deben mandar a la indefensa niña a pelear contra mí- dijo, y luego rió.
-Lil waela lueth waela ragar brorna lueth wund nind kyorlin elghinn*- le respondió Aunrae, haciéndolo fruncir el ceño.
-¡Muere!- gritó al tiempo que se lanzaba con los brazos extendidos para atacarla.

La Drow desvió el ataque de ambas espadas, y contra atacó intentando alcanzar su cabeza. Chaman retuvo el golpe e intentó atacar, pero la chica fue más rápida con la ofensiva.

Él dio un salto hacia atrás y creó una esfera de oscuridad, ella cerró los ojos y continuó con el combate como si nada. Estocada arriba, golpe abajo. Ataque a un costado y al otro, empujón, salto. Repetían sus movimientos una y otra vez. En un descuido, Aunrae le hirió una pierna, haciéndolo chillar.
Después de un buen rato, la oscuridad se desvaneció, permitiendo al Elfo Nocturno observar la contienda.

La chica intentó un ataque directo al pecho, y el Drow la detuvo con su cimitarra. Con las manos libres comenzaron una lucha digna de practicantes de la esgrima. El forcejeó con la otra mano era intensa, pero la coordinación los mantenía firmes en ambas actividades.

-Sorprendente para una mocosa- dijo el Elfo Oscuro.

Aunrae no le respondió, en cambio, esforzó más su brazo y ganó el forcejeo. Sin perder tiempo le cortó el brazo izquierdo Chaman, y con la misma velocidad cortó los tendones del derecho.

-Pelea ahora, rata manca- se burló la chica.

El Drow gritó de dolor. La vio con un odio que era incapaz de expresar, pues un nudo en su garganta le impedía hablar.

-Oh, escultora de carne, que tejiste el mundo; que nos creaste de la más negra arcilla,- comenzó a recitar la Elfa.
-No pensarás… ¡No!- gritó Chaman.

Aunrae se puso tras él y le cortó los tendones que van detrás de las rodillas. Luego lo pateó para que quedara arrodillado.

-Hilando en ella una telaraña de venas y arterias. Sentimos tu hambre- pronunció mientras se ponía frente al Elfo –Oh, Lolth,- dijo alzando la voz –humildemente te alimentamos hoy, con una hoja afilada como tus mismas fauces, separamos los huesos de la carne,-

En ese momento atravesó a Chaman con su cimitarra derecha. Dejó caer la izquierda y puso su mano libre en el cuello. Él se agitó y gritó una maldición, insultó a la chica como pudo, mas ella lo ignoró.

-Toma el alimento que consagramos por ti,- dijo mientras apretaba su mano.

El Rey de Cronopía se estremeció ante el agarre, intentado librarse se movía de un lado a otro, sin mucho éxito. Aunrae era demasiado fuerte.

-Y por este día no nos devores, permítenos vivir- terminó, tras acabar de cerrar la mano en el cuello del Elfo.



*Traducido: Los locos y los estúpidos encuentran sorpresas y entre ellas la muerte que les aguarda.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Sab Dic 31, 2011 8:49 am

La Eternidad de las Flores: La Búsqueda en Aguas Intranquilas

Después de aquella masacre en el reino de Cronopía ambos elfos continuaron su búsqueda de Arbóreos, en esta ocasión su viaje los llevo más al Sur hacia las olvidadas aguas de los pantanos acuosos en donde antaño habían reinado los Nagas y donde ahora solo existían ruinas y misterios sin resolver.

-El no era culpable –Dijo Inírion para intentar iniciar una conversación con la Drow-
-¿Qué dices? –Dijo Aunrae mirando fijamente al Kaldorei mientras caminaban por un sinuoso camino repleto de arboles altos y charcas de agua pestilente-
-Tú sabes muy bien que Chaman no era el culpable de las cosas que le sucedieron a La Arboleda, nuestra misión era convencerlo de volver con los suyos, no exterminarlo completamente –Respondió Inírion mirándola a los ojos con cierto nerviosismo-
-Yo no digo nada de los tratos que tienes con tu Diosa, tú no digas nada de los que yo tengo con la mía – Dijo la Drow mirando al Elfo Nocturno con cierto aire de enfado-
-Está bien, está bien, yo solo decía…-Entonces la Drow tomo su cimitarra y la coloco muy cerca de la garganta del Kaldorei diciéndole en voz baja- No digas nada.

Luego se aparto un poco de él y continuaron su camino hacia dos hojas de roble que estaban juntas en un pequeño poblado de la región.

Cuando finalmente llegaron al pequeño poblado en donde estaban las hojas de roble en el mapa comenzaron a buscarlos por toda la población pero después de recorrer todo el poblado y sin haber preguntado nada a nadie no encontraron a ningún individuo que aparentase tanta edad como para ser un arbóreo y mucho menos a alguien que portara una broche de hoja de roble.

-Me he fastidiado de esto – Dijo la Drow estirando los brazos- ¿Qué crees que suceda aquí? ¿Por qué rayos no encontramos a ningún Arbóreo por aquí?
-Aunrae –Susurro el Kaldorei al notar algo extraño- mira allí –Dijo señalando un gran edificio que estaba a las afueras del poblado que parecía ser más reciente que los demás y no tenia congruencia con el resto de los edificios- Mira ese símbolo.
En lo alto de la puerta principal de lo que parecía ser un templo estaba una gran runa con forma de Nube, idéntica a las que ambos Elfos habían visto en los asesinos del padre de Aunrae.
-¿Qué demonios sucede aquí?, -Dijo con un poco de sorpresa la Drow al tiempo que comenzaba a empuñar su espada y caminar hacia ese templo-
-Espera –la detuvo el Kaldorei tomándola fuertemente del brazo y llevándosela lejos de ahí, a las profundidades del bosque- Si eso significa lo que creo, estamos en un poblado bajo la protección de la Diosa del Rio y eso solo significa que estamos entre enemigos.

Entonces ambos se internaron en el bosque pantanoso sin saber muy bien como continuar…
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El interior del bosque pantanoso....
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Sab Dic 31, 2011 9:56 am

Una vez estuvieron lo suficientemente dentro del pantano que rodeaba al poblado el Kaldorei le soltó el brazo a Aunrae y dio un gran suspiro.
-Solo por el eterno amor de la Diosa no nos han encontrado esos asesinos del rio o los sacerdotes del templo, no dudo que hubiesen reconocido en nosotros algo de los enemigos de su Diosa – Dijo Inírion mientras se recargaba en un viejo árbol-
-En mi opinión hubiera sido mejor matarlos a todos y poner el pueblo de cabeza con tal de encontrar a esos dos Arbóreos que según el mapa de tu amantísima Diosa están aquí pero que no aparecen por ninguna esquina – Respondió muy enfadada la Drow-
-No, ya se ha derramado la suficiente sangre, quizás ellos no están exactamente en el pueblo sino, como nosotros en el enorme pantano que lo rodea, debemos buscarlos por aquí –Dijo el Kaldorei retomando su habitual compostura de calma-
-Si hallarlos en el pueblo fue tarea imposible, ya quiero imaginarte sorteando los gases mortíferos de este maldecido pantano –Le reclamo la Drow con el mismo enfado-
-Solo tranquilízate Aunrae, recuerda que soy un Druida y para mí el bosque es como mi hogar.
-O eso es lo que debería ser, hasta ahora tu bastón de anciano solo ha servido para que lances luces de colores y crees arbustos, pero jamás has hecho algo más grande, resígnate, jamás serás tan poderoso como todos dicen que fue tu abuelo, de quien sinceramente, dudo que fuera tan poderoso como todos alardean. –Le dijo la Drow mientras observaba el pantano que los rodeaba como buscando algún sendero dejado por algún ser humano o creatura inteligente-

Entonces el Kaldorei se paro en un pequeño pedazo de tierra que tenia despejada la vista al cielo, tomando su báculo con ambas manos lo enterró en el suelo y comenzó a susurrarle cosas al viento durante un largo tiempo, en el que la Drow prefirió reposar sobre la rama de un árbol que estaba a suficiente altura para no seguir mojando su calzado.
Después de algunas horas de espera, el suelo se cimbro como si comenzase un pequeño sismo, con lo cual la Drow se puso en posición de defensa, sin embargo el Kaldorei parecía tener todo bajo control, después otra sacudida y luego una más y otra cada vez más cercanas la una de la otra hasta que por un estrecho apareció un gran Ent que parecía ser tan viejo como el pantano en donde estaban todos.

La Drow solo observo al gran árbol con vida y guardo sus armas intentando tener confianza en que Inírion sabía lo que hacía.
-Muchas gracias por acudir a mi llamado –Dijo el Elfo Nocturno al Ent que lo observaba desde lo alto-
Sin embargo no hubo respuesta, al menos no una que fuera audible para Aunrae, pues luego el Kaldorei dijo “-Estamos aquí porque la Diosa Madre nos ha enviado - ha querido que busquemos a sus hijos dispersos por el mundo –Sabemos que dos Arbóreos permanecen aquí, pero no sabemos en donde están pues no parece que vivan en el pueblo que está bajo la protección de la Diosa del rio -¿Qué? ¿Usted sabe en donde permanecen?, por favor piadosa criatura de la Redentora llévenos hacia ellos, requerimos urgentemente platicar con ellos."

Después de esa charla consigo mismo el Kaldorei hizo una seña a la Drow para que se acerque, entonces el Ent comenzó a caminar y los elfos lo siguieron de cerca, luego de aproximadamente media hora de caminar el Ent y los elfos llegaron a un extraño claro en el pantano, en donde había una pequeña cabaña muy rustica, ese sitio estaba lo suficientemente lejos del pueblo como para no ser perceptible por sus habitantes pero lo suficientemente cerca como bajar a él por provisiones o por alguna emergencia, entonces el Ent sin decir ninguna palabra audible se marcho dejando solos a los elfos que se acercaron a la puerta de la cabaña.
-Con que aquí están –Dijo la Drow tocando a la puerta-
Inmediatamente la puerta se abrió y de ella apareció un anciano que parecía estar enterado de que llegarían visitas.
-Sean bienvenidos jóvenes, es un placer ver que después de todo el viejo Conejo no se equivoco y ustedes están aquí como él lo supuso –Dijo el Anciano invitándolos a pasar a la cabaña-
-Somos…-Intento decir Inírion antes de ser abruptamente interrumpido por el anciano-
-Sí, tú eres el nieto de Tanavar y esta Drow debe ser la nieta de Confused, son inconfundibles aquí donde uno solo se encuentra con Elfos de agua y humanos resignados, creo que deben saber quién soy yo, soy Gil y hemos estado esperándolo durante un buen rato aquí –Dijo el viejo al tiempo que servía un poco de té en vasos para sus invitados-
-¿Quiénes”hemos”? –Pregunto Inírion-
-Ah, sí, sí, si disculpen a este olvidadizo viejo que se ha olvidado de llamar a ese conejo ridículo –Dijo gil mientras golpeaba una rendija pegada en una pared, de la cual luego de unos segundos apareció un conejo que no parecía ser tan viejo como su compañero humano pero si tenía algo de su pelaje empañado de gris-
-¡Vaya! No me equivoque, lo sabía, ustedes están aquí, tal como yo lo se lo dije a Gil. Esta mañana los he visto en el pueblo cuando baje para comprar un poco de legumbres, y me pareció reconocer en ustedes a mis dos viejos amigos Tanavar y Confused, debo reconocer que son bastante rápidos un segundo estaban parados en una esquina y al siguiente desaparecieron como la bruma matutina ante el sol. –Por eso no pude ni siquiera hablarles-
-Y dígannos ¿Qué los trae a este pueblo que ha caído en tiempos oscuros? –Pregunto con mucho interés Gil, como esperando la confirmación a una respuesta que ya sabía-
Entonces los Elfos contaron a ambos Arbóreos todo lo que había sucedido y la razón que los había llevado hasta ahí, diciéndoles que era necesario que se unieran a los otros Arbóreos que ya estaban en la Posada del Mapache.
-Así que por fin ha sucedido, la Diosa nos llama nuevamente a su yugo –Dijo con mucha templanza Gil- Lo más seguro entonces es que respondamos a su llamado, sin embargo, hay algo que deben saber antes de continuar su búsqueda.
-¿Qué sucede?- Pregunto Inírion quien ya se disponía a abrirles un portal a ambos Arbóreos-
-Están en territorio enemigo, ya debieron haberlo notado, Torothal domina esta parte del mundo desde hace algunos años, este pequeño pueblo es solo un punto más de los muchos en los cuales la Diosa del Rio ha colocado sus templos, para fortuna nuestra, aquí solo hay sacerdotes, los asesinos se fueron después de acabar con la resistencia a esa religión que ahora domina la comarca. –Dijo muy seriamente Gil- Por fortuna nosotros logramos escapar gracias a la ayuda de los espíritus de este pantano, que nos han mantenido a salvo los últimos años.
-¿Y dónde está el templo principal de la Diosa del Rio? –Pregunto ansiosa de sangre la Drow que hasta ese momento se había mantenido bastante callada- Quizás les debamos hacer una visita.
-Lamentablemente, deberán hacer una visita obligada al principal Bastión de Torothal en el Sur –Dijo el Conejo para sorpresa de ambos Elfos- Debido a que ahí se encuentra una de las principales promotoras del culto a la Diosa del Rio, se trata de mi sobrina: Narat la antigua esposa de Tanavar, tu abuela Inírion.
-¿Qué? ¿Cómo es eso posible? Se trata de una broma de mal gusto –dijo inmediatamente Inírion quien no esperaba algo así-

Entonces ambos Arbóreos explicaron a los elfos como Narat después de ser exiliada por un portal hacia las regiones del Sur había abrazado la religión de Torothal con mucha facilidad, como si ya la hubiera conocido desde mucho antes, y como se había convertido en una de las lideresas del ejercito de esa Diosa que había asolado todos los pequeños poblados que estaban dispersos en la antigua región Naga.

Ellos ya habían tenido un encuentro con Narat durante el ataque al pueblo en donde ambos habían vivido desde la Diáspora Arbórea hasta la implantación del Templo Fluvial, sin embargo ese encuentro fue muy desalentador para ambos Arbóreos quienes debieron optar por huir para salvar sus vidas, luego de esa charla Inírion envió a los hijos de la Diosa con sus compañeros y ambos elfos emprendieron el camino hacia la antigua Ciudad de Nozjatar en donde se encontraba uno de los principales templos de la Diosa Torothal, el cual dominaba la antigua región Naga.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Dom Ene 01, 2012 12:48 am

-Tendremos que matarla –Comenzó la charla la Drow-
-Tú no sabes eso, la decisión no depende de nosotros sino de la Diosa Madre, no tenemos porque meternos en esos asuntos –Le respondió Inírion un poco fuera de sí mismo-
-Vamos Inírion, sabes tan bien como yo que Narat ya no es Arbórea, ella hace mucho abandono a la Diosa y se volvió contra ella al servir a Torothal, Dictador y Gil nos lo han dicho ya, pero si lo necesitas hablaremos con ella antes de emprender una acción más directa –Dijo finalmente la Drow finalizando la plática y comenzado a caminar hacia la puerta de la cabaña-

Ambos Elfos salieron rápidamente de la cabaña y comenzaron a caminar por el mismo sendero por donde habían llegado guiados por el Ent, pero en lugar de volver al pueblo avanzaron hacia el Sur, en donde se encontraba la hoja de roble que pertenecía a Narat situada sobre una gran ciudad costera llamada Nozjatar.

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Mientras tanto en la pequeña Posada del Mapache.
-¡Maldita sea! Hubiera sido mejor idea mandarlos al Campo Santo, no sé porque estupidez los deje entrar, ahora siguen llegando más y más escorias a mi casa. –Dijo el viejo Mapache al ver otro portal azul abrirse en la sala principal de la posada-

De ese portal salieron el ser humano Gil y Dictador el viejo conejo, quienes fueron efusivamente recibidos por los otros Arbóreos: Paladín, Nuty, Niko y Génova, todos estaban ansiosos de salir pronto de esa pequeña posada que con cada nuevo Arbóreo se notaba más y más pequeña, sin embargo las indicaciones de Aunrae e Inírion habían sido muy claras, no salir de la posada hasta que ellos llegasen con el último Arbóreo, por lo cual el Mapache se encargaba de todas las necesidades de los Arbóreos desde hace varias semanas.
-¿Qué creen que suceda cuando todos estemos reunidos? –Pregunto Nuty durante la cena de esa noche-
-Lo más probable es que vayamos a las ruinas de La Arboleda de las Lunas –Respondió Gil- ahí … ahí no sé que suceda, ya somos demasiado viejos como para intentar hacer frente a la enemiga de la Diosa Madre.
-Yo creo que terminaremos entrando en el sueño esmeralda junto a Ithilior y Óbito, por eso nos ha querido reunir la Redentora –aseguro Niko mientras se servía un poco de ensalada en su plato-
-Y ¿Qué va a suceder con Torothal? –Pregunto nuevamente Nuty quien desde siempre era el más curioso de la comunidad-
-Inírion y Aunrae se encargaran de ella, como se encargaran pronto de sus adeptos –Sentencio el viejo conejo sin mencionar a Narat entre esos adeptos-

Después de terminar de cenar todos los arbóreos fueron a sus habitaciones a continuar esperando la llegada de las dos Arbóreas que hacían falta.
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Dom Ene 01, 2012 12:56 am

El chasquido producido por la caminata de los Elfos se había transformado en algo común para sus oídos. La humedad del lugar era excesiva, lo que daba la razón la decisión de Torothal de poner sus templos en aquel lugar.

Más al sur, cuando ya parecía que se acababa el mundo, el pantano se cerraba sobre sí, dando paso a un bosque pequeño, de no más de doscientos metros. Helechos eran la planta que reinaba en la superficie, tapados de eucaliptos y álamos.

Después de cruzar el bosque, un farellón los separaba de la ciudad portuaria. A los pies del montículo de tierra un río enorme parecía dominar la estancia.

-Lo que faltaba, más agua- dijo Aunrae sin mucha emoción.

La ciudad se dividía en dos sectores: Primero, el que tenía el puerto, las barcas y el mercado; Segundo, el que tenía las casas, el templo, y que hacia el río convergía en un vado de varios metros. El gran templo se encontraba sobre el vado, quizás por una cuestión religiosa, ya que la Diosa del Río y las Lluvias preferiría estar en contacto con el agua hasta en su propia casa.

Los jóvenes, al otro lado del río, se debatían por encontrar la forma de llegar al otro lado.

-Nademos- sugirió la Drow.
-No sé nadar- se excusó el Kaldorei.
-¡Por todos los demonios del abismo! ¿Qué mierda te enseñó tu padre?- reaccionó molesta la chica.
-Él...- empezó.
-¡Ya!, no importa. Veremos como cruzar- le interrumpió.



De pronto, una bella Elfa silvana se acercó a ellos. Sus rubios cabellos parecían rayos del sol, pero menos radiantes, como si fuesen algas amarillas; y entre ellos llevaba unas hojas que parecían algas recién cogidas del mar. Su piel era clara, y tenía los ojos negros. Se veía muchísimo más joven que ellos, y vestía una túnica entre celeste y calipso, pues bordeaba ambos colores en distintas zonas de la ropa.

Ambos quedaron impactados y, desconociendo los detalles relacionados con los ríos, no pensaron que fuese una seguidora de Torothal.

La Elfa rió al ver su cara de asombro, se veía delicada. Como si hubiera sido cuidada entre las nubes toda su vida.

La Drow tomó la empuñadura de una cimitarra.

-Disculpa la molestia, pero, ¿Quién eres?- cuestionó Aunrae.
-Annawen del clan Inf. Pero la pregunta es, ¿Quiénes son ustedes, extranjeros?-

Los Elfos cruzaron miradas, sin saber que hacer. Finalmente la Elfa Oscura se presentó, con nombre y apellido, esperando que el Nocturno lo hiciera de igual forma.

Una vez acabado ese tramite, ella les preguntó de donde venían, y ellos le explicaron que se habían perdido entre el pantano cuando iban a comerciar a un pueblo que supuestamente se hallaba por ahí.
La Elfa les creyó la mentira y les ofreció ayudarlos a cruzar el río, incluso les prometió encontrarles una posada para que pasaran la noche. Los jóvenes aceptaron y agradecieron. La siguieron hasta cierto punto, sobre el cual se pudo ver una especie de puente diez centímetros bajo el agua.

-En este tiempo el puente se cubre de agua, pues la nieve se derrite de las montañas y llega hasta aquí.- explicó la rubia ante la cara de asombro de ellos -En unos tres meses el río tomara su nivel habitual y se podrá cruzar con facilidad- terminó.


Tras cruzar, Annawen los llevó por la ciudad, explicándoles los distintos edificios, casas y utilidades de cada sector. La Drow, molesta por la perdida de tiempo, se mostraba indiferente ante lo que la Elfa hacía, sin embargo, no perdía ningún detalle de ella. Por su parte, el Nocturno le prestaba mucha atención y dialogaba con ella, esperando que sus ideas se alinearan y contar con una nueva aliada.

Finalmente, llegaron al templo de Torothal. Pensaron que no tardarían tanto, pero ya el sol se estaba poniendo cuando se encontraron en el lugar.

-Este es el templo de la Diosa de los Ríos y las Lluvias, nuestra protectora ante las amenazas.- sentenció Annawen.

Los rostros de ambos se tensaron a la brevedad, pero intentaron disimularlo para no alertar a su acompañante.

Allí, el agua les cubría hasta la rodilla. Claramente solo una Diosa como esa podría tener su templo de esa forma.
Entre las aguas pareció moverse algo. Los tres Elfos se pusieron en posición defensiva.

-Annawen, entra al templo- escucharon una voz que parecía provenir de entre el río.
-Gran Sacerdotisa, ¿qué ocurre?- preguntó asustada la Elfa Silvana.
-Has traído al enemigo a la puerta de tu casa, debo eliminarlos para nuestra salvación antes de que nuestra Todopoderosa Diosa no se enfade- le explicó la voz.

La chica, más impactada que otra cosa, miró a los Elfos. Le habían caído bien, pero eran el enemigo y no podía desobedecer a la Gran Sacerdotisa.
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Dom Ene 01, 2012 2:56 am

Antes de poder pensarlo más, la Elfa Silvana fue arrastrada por las aguas hacia el templo, y una vez dentro de él, las puertas se cerraron.

El río estaba agitado. La Drow miraba en todas direcciones, esperando el primer indicio de un ataque, mientras el Kaldorei afirmaba su báculo con fuerza con ambas manos.

De un instante a otro, las aguas se hicieron contra Aunrae, quien no pudo defenderse pues, a pesar de haber desenvainado las cimitarras, le era imposible cortar el agua.
Fue sumergida durante varios segundos.

El chico, paralizado, intentó llamar a la Diosa Madre, pero se veía interrumpido por una fuerza superior.
Se echó a correr hacia la Elfa Oscura, pero antes de que llegara a ella, la vio levantarse a cuestas. Tenía cortes en la cara que sangraban con fluidez, rasgaduras en las ropas que dejaban entre ver heridas recién hechas. Todas las extremidades, y en general el cuerpo, estaban parcialmente dañados.

-¡No te escondas sanguijuela!- Gritó Aunrae con fuerza.

Otra vez el agua arremetió contra ella, pero esta vez se escuchó chocar contra algo.
En menos tiempo que la vez anterior, salió del agua, forcejeando con lo que parecía una sirena. La afirmaba por la espalda, agarrando sus brazos en una llave que la inmovilizaba momentáneamente.

-Mátala- le gritó a Inírion.

Éste dudó, antes de que pudiera alzar el báculo, la criatura se había soltado del agarre de la Drow.

-No conseguirás que mi propio nieto me destruya, maldita- dijo y después rió -Soy Narat, Gran Sacerdotisa de la Diosa Torothal- bramó.
-Abuela...- balbuceó el Elfo.
-No intenten convencerme de que regrese a la Arboleada, ni de ninguna otra tontería relacionada. Torothal siempre quiso su destrucción, incluso más ahora que nunca- sentenció -Es por eso que ahora mataré a esta malnacida descendiente de Confused y luego tú, mi nieto, formarás parte de las filas del ejército de la Diosa de la Lluvia y los Ríos- terminó, para comenzar a reír como desquiciada.

Volvió a atacar a la Drow, esta vez con el tridente. Aunrae paró el ataque con las cimitarras, pero no logró percatarse de que la aleta de la sirena iba en contra suya.
Las aletas estaban recubiertas por unos metales filosos que, al enterrarse en el abdomen de la chica, parecían un tridente de dos puntas.

La Drow se tragó un grito, y antes de dejar a Narat escapar le enterró sus cimitarras: una en la aleta y otra en el brazo derecho. Luego se dejó caer y vio a la Sacerdotisa alejarse, mientras todo se volvía de negro.

Inírion apuntó hacia Aunrae con el báculo y la dejó levitando a pocos centímetros sobre el agua. Su cabeza estaba llena de dudas, más ahora que la única persona que lo había acompañado, defendido y ayudado se encontraba desplazada a un lado del combate. Más encima, mal herida. En cualquier minuto la Drow perdería la suficiente sangre y dejaría de existir, ¿lo iba a permitir?

Narat se acercó a él con el tridente en la mano que le quedaba buena.

-¿Vas a traicionarme tu también o te unirás a nuestra causa?- le preguntó la sirena.
-Yo...- tartamudeó, levantando el báculo -yo no te permitiré matarnos- dijo decidido al tiempo que apuntaba a la Sacerdotisa.

Una luz blanca salió del arma y aterrizó en Narat, haciéndola desintegrarse lentamente.

-¡Traidor!- gritó la sirena -¡Torothal los perseguirá hasta el final!-

En cuanto la abuela de Inírion desapareció por completo, el rayo de luz también se extinguió.

El Kaldorei corrió hacia su compañera y le curó las heridas más graves. Luego un wisp lo ayudó a llevarla lejos de la ciudad, donde pasó la noche sanando el resto de los cortes que tuviera.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Lun Ene 02, 2012 7:37 am

La Eternidad de las Flores: Florecimiento contra tiempo.

Después de la batalla la Drow tardo varios días en recuperarse completamente, durante esos días Inírion observa la actividad que se desarrollaba alrededor del templo fluvial, el asesinato de la Gran Sacerdotisa de Torothal había alborotado a su sequito como un enjambre de avispas que se preparaba velozmente para contraatacar la ofensa.

-A estas alturas ellos ya deben saber lo que la Redentora desea, es casi seguro que sepan que los Arbóreos se están reuniendo y no tardaran en encontrar nuestro refugio, a pesar de que la Diosa Madre es muy poderosa, en esta zona del mundo la Diosa del Rio demostró ser más poderosa al no permitir que me comunicara con ella –Dijo Inírion observando desde lejos la ciudad- quizás asesinar a Narat no haya sido la mejor idea, debo esperar a que Aunrae esté completamente recuperara y debemos intentar hacer frente al numeroso ejercito Fluvial.
Entonces desde el refugio en donde habían permanecido los últimos días salió lentamente Aunrae.
-No te preocupes Inírion, podemos acabar con ellos fácilmente, no serán más que escoria frente a nosotros –Dijo la Drow al tiempo que se acercaba al punto desde dónde el Kaldorei observaba la ciudad-
-Aunrae, no deberías estar de pie, las heridas que Narat te provocó fueron demasiado profundas, estuviste al borde de la muerte y debes recuperarte completamente antes de que decidamos que hacer –Le dijo Inírion al ver con sorpresa la fuerza de Drow-
-¡Tonterías! La maldita me tomo desprevenida y aprovecho bien su oportunidad, pero es bueno saber que tuviste el valor de acabar con su mísera vida.

Luego de observar durante toda la tarde la ciudad ambos se fueron a descansar con el propósito de emprender camino hacia el ejército durante la madrugada.

Sin embargo La Diosa Blanca se le presentó a Inírion en sus sueños para decirle que ellos dos solos no podrían hacer frente a la Diosa del Rio, que no había tiempo que perder para buscar a la última de las Arbóreas perdida y llevarla junto a todos sus hijos a la antigua Arboleda de las Lunas antes de que el ejército de Torothal llegase a las ruinas de la comunidad.

Muy de mañana Inírion despertó a Aunrae y le contó todo lo que la Diosa Madre le había indicado, ella acepto bastante disgustada y después ambos emprendieron un camino contra tiempo hacia las llanuras de la Costa de Plata ubicadas al Oeste del orbe.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Lun Ene 02, 2012 8:52 am

-¿Cuánto tiempo más tenemos Madre? –Pregunto Inírion a la sombra blanca con la que había estado hablando durante las últimas noches de trayecto-
-Tendrán hasta la próxima Luna Nueva, entonces Torothal se encontrara a la puerta de nuestro hogar y no habrá nada más que hacer –Le respondió la sombra quien se acerco a él para darle un inmenso abrazo-
Después Inírion fue despertado por Aunrae para continuar el camino por las llanuras costeras.

************************

Tenía unos inmensos ojos grises, ojos que antaño había sido del tono azul del mar, ambos ojos miraban hoy fijamente las olas, había pasado ya demasiado tiempo, al principio se había sentido acompañada de sus presencias a donde quiera que iba, ansiosa de encontrarlos y de saber de ellos después de aquella trágica diáspora que los había separado, sin embargo después de muchas décadas de angustiante búsqueda sus energías la habían abandonado, termino convirtiéndose en un mito de la región, una bella dama vestida de gris que durante las tardes salía a pasear por la costa, mirando fijamente las olas del mar, como si en esos corceles formados de espuma y sal se encontrasen las almas de sus hijos perdidos.

A ella temían todas las hordas bárbaras que habitaban en las llanuras costeras pues sabían que encontrarla era igual a un presagio de muerte, una trágica muerte tan trágica como el canto que salía de sus labios en cada nueva Luna Llena, un canto tan desgarrante como la daga más afilada de los nueve infiernos.

************************

Desde los primeros días en que el paisaje cambio abruptamente de un inmenso pantano a una extensa llanura ambos supieron que iban por el camino correcto, hasta ahora habían recorrido prácticamente todo el orbe y habían logrado encontrar de una u otra forma a todos los Arbóreos dispersos excepto a Elfamaniaca, a quien era preciso ubicar lo más pronto posible para llevarla junto a los demás Arbóreos a las ruinas de La Arboleda de las Lunas.

-Maldita llanura, está infestada de tribus estúpidas que solo sirven para ser masacradas, lo peor, en ninguna de ellas hemos siquiera visto una pista de la Elfa que buscamos –Dijo con bastante cansancio la Drow después de haber acabado con más de 5 tribus salvajes-
-Tienes demasiada razón, pero esa última hoja de roble es bastante extraña, hoy está en una parte de la costa, y mañana aparece en otra, al día siguiente entra en un poblado y después se desaparece del mapa durante largo tiempo –Respondió el Kaldorei para intentar animar a su compañera- debemos estar atentos a dónde aparece para ir por ella, no nos quedan más que dos semanas antes de que los ejércitos de Torothal lleguen a las puertas de nuestro hogar…

Finalmente y después de varios días de recorrer sin rumbo fijo las costas del Oeste del mundo, Aunrae e Inírion se encontraron frente a frente con Elfamaniaca….
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Mié Ene 04, 2012 11:04 pm

-¡Koehnes, Nuron, vengan aquí!- gritó la pequeña Drow.
-¿Cuánto se tardan en levantarse?- le preguntó Inírion.
-Realmente no lo sé, parecen niñas- dijo con malicia Aunrae.
-¡Ya vamos!- gritó desde la copa de su árbol Koehnes.

Al cabo de unos minutos los gemelos bajaron de un salto, cayendo en frente de quienes los esperaban.
La chica golpeó a ambos elfos en el brazo, el Nocturno rió.

-Ya, vamos al lago- ordenó la joven, al tiempo que se ponía a caminar.

Los chicos asintieron y la siguieron de cerca, siempre con el Kaldorei en la cola y la drow a la cabeza de la fila. Inírion solía tener alergias que le impedían llevar el ritmo de sus primos.



Nuron despertó de su sueño. Los recuerdos de la Arboleada de las Lunas cada vez se hacían más presentes en sus sueños.
Le comentaba a Koehnes sobre ello, hasta que una noche su hermano le dijo que era tiempo de partir.

Quizás la Diosa Madre se comunicó con él, o un impulso creado por la misma lo había hecho pensar que debían movilizarse a otro lugar de la tierra.
Fuese como fuera, Nuron, el menor de los gemelos, siguió a su hermano sin dudar, ansioso por aquello que podría esperarles en un futuro próximo.

También tenía la esperanza de encontrarse con su madre, de quién habían sido separados en el momento de la destrucción de la comunidad en la cual habían nacido. Solos y perdidos debieron hallarse un lugar en el pueblo en el que habían caído.

Koehnes, siendo el mayor, había tomado la responsabilidad por los dos y se había endurecido con el tiempo. A su vez, Nuron había dejado que sus sentimientos se apoderaran de él, cayendo variadas veces en la depresión. Se cuidaban todo el tiempo, y jamás dejaban que el otro fuera solo a algún lugar.

***

Los grises ojos de la Elfa apuntaron en su dirección. Si fuesen humanos, tal vez hubieran quedado paralizados, pero eran elfos, como ella, y no se dejarían perturbar por eso.

-En nombre de la Diosa Madre te saludamos, Elfamaniaca- expresó Inírion, haciendo una reverencia.
-...- la elfa parecía mirar al horizonte.
-Es la hora de que todos los Arboreos se reúnan- prosiguió con fuerza el Kaldorei -Se nos está llamando para el renacimiento, todos estarán allá-
-Ko..eh..nes.. y.. Nu.. ron..- balbuceó.
-¿Quiénes?- cuestionó la Drow.
-Ko..ehnes y Nuron, mi-is hijos- explicó.

Los jóvenes se miraron sorprendidos, existían dos Arboreos que no estaban registrados en el mapa y de los cuales no habían recordado nada.
Inírion fue el primero en retener la imagen de ellos.

-¡Claro!- exclamó al recordar -los primos eran los hijos de Elfamaniaca-

En ese momento Aunrae pareció recordar a aquellos niños con los que había compartido su infancia.
Nuevamente los jóvenes se miraron. Inírion preguntó a la sombra blanca, quién le dijo que no había nada de que preocuparse, pues ellos iban en camino.

Tras eso, el Kaldorei explicó la situación a sus acompañantes. Elfamaniaca cambió radicalmente con la noticia, sus ojos parecieron tomar un brillo, y ya se sentía su presencia que comenzaba a renacer en su interior. Aceptó acompañarlos, de modo que juntos atravesaron el portal que abrió Inírion para llegar a la posada de Mapache.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Lun Ene 16, 2012 8:10 am

Apenas llegaron a La Posada del Mapache los Elfos junto a los demás Arbóreos prepararon todo para su partida, Inírion hablo con la Redentora y ella le indico el camino a seguir, desde su posición debían rodear las montañas heladas de Hilldeath y entrar en las profundidades de los olvidados Valles de Argento, ahí encontrarían el sendero que los llevaría hasta las ruinas de La Arboleda.

Tan pronto como tomaron camino una espesa neblina cubrió la ciudad en donde habían estado hospedados, a la puerta de la Posada del mapache llamo una fría mano que no tuvo compasión de su existencia y le arranco con sufrimiento hasta su último suspiro con toda la verdad de lo que en ese lugar había sucedido durante las últimas semanas.

Mientras tanto los Arbóreos pasaron algunos días bordeando la cordillera maldita que rodeaba al recinto Arbóreo, ahí la presencia de la Diosa Madre era cada vez más poderosa, todos los ancianos que acompañaban a los dos jóvenes Elfos comenzaron a sentir como sus fuerzas se restablecían con cada paso que los acercaba a su antigua morada; no había tiempo que perder, las fuerzas de la Diosa Fluvial le seguían los pasos y no se detendrían ante nada ni nadie, continuaron su camino cuesta arriba hasta que finalmente en el quinto día de travesía se encontraron con los inmensos Valles de Argento, que parecían estar dormidos en el tiempo, ahí algunos wisp y otros espíritus del bosque los ayudaron a encontrar el camino hasta su hogar a cuya puerta llegaron un día antes de la Luna Nueva.

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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Lun Ene 16, 2012 9:30 am

LA ETERNIDAD DE LAS FLORES

Un par de inmensas puertas se alzaban ante la vista de todos, esas puertas antaño habían relucido con un fulgor especial ante la luz de la Madre, pero ahora se notaban muy opacas y casi destruidas por las décadas que habían pasado desde la última noche de La Arboleda de las Lunas.
-Ábrete –Dijo Inírion muy seguro de sí mismo-

En ese instante las puertas comenzaron a moverse impulsadas por una antigua magia, ahora tan poderosa como en el pasado pero más viva que nunca, el sonido que provocaban las puertas al abrirse era tan estruendoso que todo el Valle de Argento se cimbro sobre sí mismo como despertando de su largo sueño hasta el punto en que La Arboleda de las Lunas estaba abierta a sus antiguos moradores.

-Muy bien, adelante –Dijo Inírion al tiempo que el mismo comenzaba a dirigir la procesión hasta el centro de la Arboleda, por su mente pasaron los episodios de su infancia en ese recinto que a pesar de estar impregnado de la presencia de la Diosa se observaba muy diferente a como él lo recordaba-
La última noche de La Arboleda había sido un epitafio de destrucción y caos, Drad Confused había enloquecido y destruido todo lo que el recinto contenía, las casas de los moradores ahora se encontraban carbonizadas y las plantas, a pesar de haber renacido por el paso del tiempo se veían realmente abandonadas, las flores se mantenían cabizbajas y con ellas todos los sonidos del lugar se mantenían al borde del olvido eterno, sin embargo todos los antiguos arbóreos se sentían en casa, no eran ajenos a aquel lugar aún a pesar de todo el tiempo que había pasado, durante las últimas semanas todos se habían reencontrado con su pasado, con los episodios más felices de sus vidas en compañía de sus seres queridos, y ahora al estar frente a las ruinas de La Arboleda de las Lunas permanecían seguros de que todo cambiaria en su futuro.

Llegaron al centro del lugar, ahí un inmenso comedor derruido por el tiempo y las explosiones de energía oscura que cayeron sobre él en la Diáspora Arbórea les daba la bienvenida a su hogar, al que nunca había dejado de ser su hogar. Inírion se paro en el centro del comedor y de un fuerte golpe cembro su báculo en el suelo de La Arboleda, después se alejo un poco de él al tiempo que los demás Arbóreos formaban un circulo a su rededor.

-¡Madre! –Gritó fuertemente el Kaldorei al tiempo que levantaba el rostro hacia el cielo despejado sin Luna que antecedía al primer rayo de Luna Nueva-
Entonces una esfera de luz blanca nació de la piedra que coronaba el báculo del Druida, poco a poco fue creciendo y cubriendo toda La Arboleda de las Lunas, al entrar en ella los Arbóreos comenzaron a brillar con la misma fuerza de las primeras estrellas de la tarde, sus vestimentas se tornaron al pasado y se convirtieron poco a poco en indumentarias propias de los Arbóreos que siempre habían sido.

Uno a uno oyeron la dulce voz de Elune en sus corazones y sintieron a sus fuerzas volver a ellos, sus cuerpos gastados por el tiempo de un momento a otro rejuvenecieron y fueron convertidos en los recintos del espíritu Arbóreo que eran antes de la última noche de La Arboleda de las Lunas, al mismo tiempo conforme todo el lugar entraba en la esfera de luz comenzaba a tener su antigua apariencia, las golondrinas volvieron a volar y con ellas el lago mágico recobró la vida que antaño había tenido en sus profundidades, los espíritus abandonaron el olvido y volvieron a recorrer los senderos de los inmensos bosques Arbóreos, los hogares de todos los Arbóreos presentes fueron reconstruidos y las casas de quienes jamás habían sido Arbóreos fueron borradas de la faz de la comunidad, de las flores nació un canto eterno, su eternidad había sido restaurada y ahora todo era como siempre debió haber sido.

Una vez todo el lugar fue bendecido por la Diosa Madre al recobrar su antigua apariencia, el báculo de Inírion se convirtió en una hermosa sombra blanca que hablo a todos los Arbóreos que la rodeaban.

-Justo ahora el ejecito de Torothal ha entrado en los Valles de Argento, y el peligro se avecina sobre todos, estos bosques han sido nuestro hogar desde hace siglos y la ambición de la Diosa del Rio no debe hacerse realidad o no quedará más esperanza para nosotros, es necesario que defiendan esta comunidad tal como en el pasado lo han hecho; estaré con ustedes a lo largo de toda la batalla y no los abandonaré ni siquiera en el último segundo confió en ustedes, encontraran todo lo que necesitan para continuar hijos míos. –Dicho esto la sombra se convirtió en un rayo de luz impérenme que se alzo sobre el suelo de La Arboleda hasta alcanzar el manto oscuro, al impactarse en él creó una nueva Luna-

Entonces todos los Arbóreos se dispersaron por La Arboleda y los bosques aledaños para preparar la defensa de su hogar, todos excepto Inírion y Aunrae a quienes la Diosa les había indicado que tendrían otra tarea durante la defensa.

Ambos debían ir en busca de los únicos dos Arbóreos capaces de destruir a la Diosa del Rio, Tanavar Oakwalker y Drad Confused Duredspar, sin embargo, esta búsqueda no la podrían realizar juntos, cada uno de ellos habría de ir por su antepasado hasta el punto en donde se encontraban en ese justo momento, el Kaldorei fue enviado por un portal azul hacia los eternos bosques del Sueño Esmeralda, mientras que la Drow llego por medio de un gran portal gris a la inmensa Antípoda Oscura, ambos con la única indicación de Elune: “Encuéntrenlos y ellos vendrán a mi”…
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Mar Ene 31, 2012 6:14 am

La Eternidad de las Flores: Sinfonía de Luz y Oscuridad.

Después de aquella última noche en La Arboleda de las Lunas, por ese inmenso portal la Diosa lo había enviado hacia muchos puntos del orbe, ya hace mucho tiempo había traspasado las fronteras de la vida y había alcanzado lo que los mortales llaman “inmortalidad”.

Sus caminos se habían perdido entre la oscuridad de la soledad durante mucho tiempo y sus recuerdos se convirtieron en fantasmas que lo acompañaron en el punto en que traspaso el umbral de su muerte, pero todo ello solo sirvió para limpiar su alma, para purificar sus pensamientos y encontrar el sendero correcto para llegar a la Diosa.

Los últimos años los había pasado durmiendo en el Sueño Esmeralda, ajeno a todo lo que sucedía en la vida de sus amigos y hermanos, no porque así lo hubiese deseado sino porque la Diosa tenía preparados nuevos horizontes para todos; ahora después de largas décadas Tanavar había por fin abierto los ojos para verlo todo tan claro como el primer rayo de su Madre en Primavera, y solo esperaba poder salir del paraíso de Elune para poder regresar con quienes eran verdaderamente los suyos.

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Inírion abrió los ojos y se encontró en un inmenso bosque bellísimo, justo ahí habría de comenzar su nueva aventura.
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Mié Feb 01, 2012 7:33 pm

El portal la expulsó en un lugar oscuro, muy oscuro. Su mente divagó perdida, averiguando de que se trataba. ¿Sería un calabozo o una cueva?

Escucho el goteo. Como si el agua fluyera a momentos, cerca, pero demasiado lejos como para tocarla.

Luego, otros sonidos llegaron a sus oídos. Sus ojos se adaptaron a la oscuridad y su visión infrarroja afloró. Ahora lo veía todo, lo escuchaba todo. Estalagmitas y estalactitas por doquier. Hogares montados en aquellas malformaciones de la tierra, y una luz en una de aquellas estalagmitas, simulando el trabajo de Narbondel.

Pero todo aquello era muchas veces más pequeño de lo que su padre le había narrado de la Antípoda Oscura, o por lo menos de lo que se refería a Menzoberranzan. Entonces, ¿dónde estaba?

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Desde su posición se podía ver toda la ciudad, incluidas las setas gigantes. Se encaminó hacia ellas, esperando que fueran el extremo más seguro para entrar en la ciudad.
Habían de variados colores: blancos, grises, negros.

Sin embargo, le sorprendió hallarse con unos de color violeta. Se acercó a ellos e intentó recordar las enseñanzas de su padre sobre las distintas setas de la Antípoda Oscura. Mas, solo cuando estaba casi tocándola apareció en su mente que eran venenosas.
Dio un salto hacia atrás y se alejó lo más que pudo, retomando su camino por entre la granja hacia la ciudad.

Era increíble la cantidad de vegetales que contenía aquel lugar y que retrasaba su entrada. Entre sus pasos logró escuchar a unos humanos cosechar y cortar setas. Seguramente eran esclavos, a pesar de no llevar cadenas. El oído era crucial en un lugar como aquel y no necesitaba mirarlos para detallar sus características.

Siguió con su marcha firme hasta que llegó a una calle que era rodeada por diferentes casas. Aún con eso, nada se parecía a lo que le habían narrado de Menzoberranzan. Descartó la idea de estar en aquella ciudad cuando vio a un humano jugar con un drow. Intuitivamente se acercó a los pequeños y ellos echaron a correr. Se rió y siguió caminando, alguien más allá le diría donde se encontraba.
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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Mié Feb 01, 2012 7:35 pm

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Re: La Eternidad de las Flores

por drad el Mié Feb 01, 2012 8:18 pm

Mientras avanzaba la ciudad se tornaba más interesante, más criaturas parecían convivir en aquel ambiente que ella hubiera preferido saber nombrar.

Se estaba deslumbrando al mirar algunos edificios, cuando, sin querer, chocó con alguien. Era una elfa oscura de avanzada edad, con algunas arrugas en los ojos. De inmediato la anciana se puso en guardia, empuñando las manos. Llevaba una canasta en el brazo izquierdo.

Aunrae, sorprendida, imitó a la mujer dispuesta a pelear.

-Aunrae- pronunció la anciana.
-¿A-abuela?- preguntó incrédula.

Ambas bajaron los brazos. Confused abrazó a su nieta con fuerza, cosa que duró unos instantes antes de que le comenzara a preguntar porque estaba allí.
La explicación de la joven le parecía divertida, incluso fantástica, pero sabía que no podía ser de otra forma.

-Cuando Lolth aceptó ser parte del panteón de la Arboleada de las Lunas, sabía muy bien que su enemiga Torothal estaba en contra. Eso fue una de las cosas que impulsó su decisión, junto con la promesa de sangre. Este lugar es una desgracia para nuestra diosa, la reina de las arañas; mas, en los corazones de los drows descansa el hambre insaciable que llevará acabo su venganza-
-Abuela, ¿Dónde estamos?-
-Rilauven, una tierra de rebeldes- dijo apuntando a una gran construcción que simulaba una araña destruída. Al acto notó la canasta que llevaba en el brazo y comentó -Había olvidado que tenía que llevar esto a casa, acompañame-

En ese momento emprendieron el rumbo a unos metros hacia el centro. Se toparon con drows montados en lagartos, una tropa que se dirigía a las lejanías, probablemente.

Sin más, el camino los llevó a una casa en medio de una granja de setas, casualmente la misma que había visto al entrar. Allí, los humanos que al principio consideró esclavos saludaban a su abuela como si fueran conocidos de toda la vida.

Entraron, y se dispusieron en la mesa del gran comedor circular, esperando lo que Drad traía en su canasto. Uno de los hombres puso los platos, y otro, sin cabello, los servicios. La anciana sacó carne de rothe, aderezada con distintas especias. Luego fue a la cocina y trajo setas en rodajas que puso en medio de la mesa, junto a la carne.

Aunrae, quien había permanecido de pie junto a la puerta de entrada observando el espectáculo, fue llamada por su abuela, quien le indicó se sentara junto a ella.

Así, comenzó una cena que ella no había conocido nunca antes. Estaba comiendo en la Antípoda Oscura, ¿qué drow no estaría feliz con aquello?
Sin embargo, aún tenía presente que debía regresar cuando antes, pues las tropas del enemigo acechaban el hogar.


En cuanto hubieron terminado todos, decidió anunciar que se llevaría a su abuela. Todos la miraron con un horror de otro mundo, al punto que tres de ellos decidieron atacar.

-Chogas, Estebanes, Akaoni. Aléjense de mi nieta- gritó Confused al ver la amenaza inminente.

Aunrae ya estaba con las espadas desenfundadas, lista para cortar cabezas. Mas el grito de su abuela, y al parecer, magia expelida por la misma, suspendió en el aire a los humanos.

-No puedes irte, ¿Quién nos defenderá?- preguntó uno de los ancianos.
-Sabíamos que este momento llegaría de todas formas, anda, ¡vete!- gritó otro.
-Ella no se va a ningún lado, suéltanos y enfréntate a nosotros como corresponde- gruñó Estebanes.
-Abuela, suéltalos, yo los convierto en fiambre en medio segundo- dijo con rabia la joven.

Drad se rió de todos y se sentó. Los miró divertida y esperó unos minutos, en los cuales gritaban todos. Cuando finalmente se callaron decidió abrir la boca para explicar que no pretendía quedarse ahí, y que quien se le opusiera moriría bajo el calor de su mano.
Soltó a los hombres. Akaoni corrió hasta ella e intentó asfixiarla, mas ella de un solo movimiento y lo retuvo en una llave sobre el piso.

-¿Qué no te queda claro? Vuelve a tocarme y te mataré- gruñó, ahora muy molesta.
-No te puedes ir, nosotros te necesitamos- dijo con la voz entrecortada el atacante.
-Iré a una guerra, no al paraíso. De todas formas el Círculo siempre odio la Arboleada, y yo soy de allí, ¿Para qué me quieren aquí?-
-Bueno, nosotros...-
-Vendrá Eidahan, llegará en un par de horas. Ya deberían saber defenderse con lo que tienen, a pesar de ser un montón de abuelos. Me largo- finalizó y salió del lugar, seguida de Aunrae.

Un portal gris se abrió frente a ellas, y atravesándolo un millón de sensaciones se apoderó del cuerpo de Drad.

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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Mié Feb 01, 2012 10:42 pm

El sueño Esmeralda era muy diferente a como Inírion lo había imaginado, un inmenso bosque en el que todo Kaldorei se sentiría en la gloria, sin embargo para él ese no era el paraíso en ese justo instante en el que necesitaba encontrar a su abuelo, sin embargo, no parecía haber por donde iniciar.

Caminó por los senderos de ese bosque durante muchas horas sin encontrarse con ningún Elfo Nocturno únicamente animales y plantas de todas las razas habidas y por haber, sin embargo a lo lejos escuchaba voces femeninas que entonaban canticos hermosos, seguramente Sacerdotizas que habían trascendido de la vida mortal y que ahora dedicaban su existencia a enaltecer el nombre de la Diosa.

Después de caminar por mucho tiempo, llego a un pequeño claro en donde se encontraba una gran pila de color blanco de la cual nacía una afluente de agua clara, lentamente se acerco a ella, en todo momento se sentía observado por algo desde las profundidades del bosque sin embargo ello no le atemorizaba sino que se sentía impulsado por un extraño valor, una vez estuvo al lado de la pila observo a su interior y vio en ella una extraña daga en forma de Luna, en un arrebato de instinto metió la mano en el nacimiento del afluente y tomando la daga con su mano izquierda la saco rápidamente de ahí.

-Una espada de Elune, ¿Qué hace esto aquí? Se supone que en estos bosques no existen armas, este tipo de instrumentos solo son para las Sacerdotizas del mundo mortal –Dijo sorprendido al verla en sus manos Inírion-
-¿Recuerdas las palabras que te dijo hijo? –Le pregunto una voz que provenía de sus espaldas-
Inmediatamente Inírion se dio la vuelta y se encontró frente a frente con un Kaldorei anciano (quizás tenía más de 2000 años, una cifra extraordinaria para su raza)
-A...abuelo –Solo atino a decir Inírion-
-Así es, soy Tavanar Oakwalker, Primer Gran Druida Gris Emérito de La Arboleda de las Lunas y claro que soy tu abuelo –Expreso el anciano con una inmensa sonrisa que dejo ver sus dientes blancos como los rayos de Luna-
-Ella nos dijo, “encontraran todo lo que necesiten”, y siempre ha cumplido su palabra.
-Y la está cumpliendo ahora mismo con lo que tienes en tus manos hijo –Le respondió el Kaldorei anciano-
-¿Qué significa eso?
-Significa que cuando llegue el momento tú sabrás que hacer con esa espada, guárdala.
-Si –acto seguido Inírion la guardo- Abuelo he venido aquí por…
-Sí, has venido por mí, lo sé, te he estado esperando más tiempo del que te puedes imaginar -Dicho esto Tanavar fijo su mirada en el báculo que tu nieto portaba-
-Oh, sí, es tu báculo abuelo, la Diosa me lo dio para protegernos. –Extendió su brazo para entregárselo-
-No, no es mí báculo es tuyo Inírion –Tanavar levanto su brazo y apareció en él un báculo muy parecido al de Inírion- y debes saber que en lo que nos espera te será muy útil –Después levanto su báculo y abrió un gran portal sin color- pues solo tú puedes llevarme a donde nos necesitan hijo.
Inírion levanto su báculo y apuntándolo hacia el portal que su abuelo había abierto dijo en voz alta- A casa.

El portal se torno de color azul y jalo con gran fuerza a ambos Kaldoreis lanzándolos hacia La Arboleda de las Lunas.
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Mié Feb 01, 2012 10:43 pm

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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Mar Feb 07, 2012 8:41 am

La Eternidad de las Flores: Río y Luna

Mientras los elfos partieron hacia rumbos desconocidos todos los demás Arbóreos prepararon la defensa de su hogar.

Antaño cada uno de ellos había obtenido un arma que además de ser un símbolo arbóreo poseía la capacidad de encontrar y derrotar a los enemigos de la Diosa Madre, ahora esas armas habían vuelto a sus manos y serian utilizadas para gestar la última batalla para defender a La Arboleda de las Lunas del ejercito fluvial.

Todo el bosque que rodeaba a La Arboleda fue encantado por los espíritus que eran fieles a la Luna, en ellos se abrieron veredas que tenían por objetivo hacer que el ejército enemigo se perdiera para dar más tiempo a Aunrae e Inírion; también muchos de los animales y árboles se tornaron agresivos hacia los invasores, algunos wisp que en el pasado habían obedecido fielmente las ordenes de Tanavar en La Arboleda de las Lunas se adentraron por las veredas para cazar y dar muerte a los sacerdotes de Torothal. Sin embargo el ejercito era inmenso y aunque esas trampas causaron algunas bajas en sus filas, la realidad era que la inmensa ola se armas y odio se cernía sobre el hogar de la comunidad Arbórea.

Además, Torothal había enviado a un avatar suyo para dirigir la guerra; Annawen la elfa silvestre que había acompañado a Inírion y Aunrae por la antigua ciudad naga de Nozjatar, guiaba con gran maestría a los guerreros por las oscuras veredas de los bosques argento, y acababa con muchas de las amenazas que ese bosque representaba para los guerreros fluviales.

Él bosque retraso todo lo que pudo a los enemigos de Elune, sin embargo ellos llegaron pronto a las puertas de La Arboleda de las Lunas, y Annawen al frente del ejercito rompió la última barrera física que defendía a los Arbóreos.
Última edición por IceoH el Lun Feb 13, 2012 8:46 am, editado 2 veces en total
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Re: La Eternidad de las Flores

por IceoH el Mar Feb 07, 2012 9:22 am

Apenas cayeron ambas puertas al suelo una gran oscuridad que salió lanzada desde el interior de La Arboleda cubrió al ejército fluvial, esta penumbra dispersó por varios minutos a los guerreros y sacerdotes de Torothal, dentro de esta oscuridad los Arbóreos pudieron entrar en las filas de los enemigos y acabar con algunos de ellos pero tan pronto como Annawen disipó la bruma ellos se desvanecieron con ella refugiándose al interior de su hogar.

La Diosa del rio conocía de sobra las técnicas de su enemiga y sabía que un enfrentamiento directo no seria posible, ella haría todo lo posible por detener su caminata y evitar que alcanzasen el centro del recinto en donde Elune tenía un avatar que nacía del núcleo de la misma Arboleda, por ello decidió enviar a su ejército poco a poco para acabar con todas las defensas posibles, para que cuando ello sucediera su avatar pudiese entrar libremente y acabar con Elune para siempre…

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