Historia Gnoma. Idea original de ARTROS.

Un lugar donde los héroes se reúnen a discutir, reír y beber!

por ASHURAM el Sab Oct 01, 2005 9:50 pm

A la mañana siguiente, Ganímides propuso enviar un mensaje a Celeutor por si no salía todo como estaba previsto. Los aventureros se desearon buena suerte. Antes de salir, Sturm pidió un momento. Se miraron intrigados y el paladín carraspeó.

- Tengo que pediros un favor. Cuando todo esto termine, nada más llegar a casa me gustaría... en fin, si me apoyáis...

- ¿Voy a tener que darte un palmetazo en la espalda para que lo sueltes, chaval? –dijo sarcástico el enano.

- Pues que quisiera celebrar nuestra boda y que seáis nuestros testigos, ejem. Ya está dicho.

Gladia le dio la colleja más sonora jamás propinada. Puso luego los brazos en jarras y le interrogó:

- ¿Testigos dices? ¿Sólo eso? ¿Es que se te ha olvidado lo que Ganímides ha sido para nosotros? ¿Y no se te ha ocurrido preguntarme? –Memnón carcajeaba, Casiin tenía los ojos como platos y Ganímides parpadeaba boquiabierto. Sturm frunció el ceño y no supo si pedir perdón o gruñir. Gladia se dirigió a Ganímides y le hizo una proposición señalando con el dedo y en tono inflexible-. Mi padre, que en paz descanse, no podrá ir. Así que tú serás el padrino, qué menos.

Nadie se atrevió a objetar. De todos modos estaban de acuerdo. Con todo aclarado fueron saliendo por la puerta a cumplir con su misión. Sturm y Memnón no tuvieron problemas con su superior cuando le mostraron el documento. Sturm se fue inmediatamente al Distrito de los Dioses y gracias a su buen trato logró el apoyo de tres congregaciones. Le acompañarían un clérigo de cada una para ir a detener a Drogbar. Ganímides habló con el máximo responsable de las tropas y éste ordenó que se preparasen para salir en caso de que estallase la revuelta. Casiin estaba escondido en la bodega de uno de los barcos impaciente por encender una mecha. Gladia se ocultó en un callejón al que daba la puerta de servicio del palacio de Drogbar y desde allí observaba la entrada principal y las ventanas. Las unidades alertadas por Memnón persiguieron cautelosamente a los Sables y éstos, en compañía de la segunda unidad, se prepararon para la emboscada. Al medio día se desató la tormenta...

Una explosión tremenda hizo que un barco se convirtiera en mondadientes y se hundiese antes de volver a parpadear. La segunda unidad lo vio y oyó todo desde lo alto de la boscosa colina donde estaban apostados. El mercenario que habló con Gladia se enfureció por la pérdida y sus compañeros le siguieron en busca de los Sables, ladera abajo. Los Sables en ese momento salieron disparados de su escondite para arrasar a los compañeros de Memnón que estaban al raso. Los Sables se vieron en medio de ambas unidades y, para colmo, la cuarta y la quinta aparecieron de apoyo al poco rato para acabar con lo que quedaban de los Sables y la segunda unidad. De regreso a la ciudad al cabo de media hora, se encontraron con las tropas de Lakenor esperándoles en las puertas. Los supervivientes fueron detenidos. Dentro de la ciudad, la unidad que quedaba había sido reducida sin problemas. Los oficiales confiscaron todos los bienes de los mercenarios y los pusieron junto con los detenidos en manos de la justicia.
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por Artros el Dom Oct 02, 2005 12:12 am

Los pasos sonaban por la callejuela, Memnón, Sturm y Gladis intentabam llegar cuanto antes a el palacio… de repente una daga salio entre las sombras y atravesó la armadura de Memnón por una rendija del hombro… media docena de hombrs salieron desde las sombras.
- ¡emboscada! -grito el enano- ¡corred! Debeis llegar, yo me encargare de esta gentuza… ¡corred! Maldita sea, es la unica posibilidad.
Les dolio tener que huir, pero el enano tenia razón, corrieron por la calle sin mirar atrás, solo podian oir los ruidos de lucha. No pudieron ver la siniestra sombra que les seguia…

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- ¡Rápido Casiin! – Ganímedes miraba al gnomo preocupado ¿estaria preparado pa la batalla?- Debes llegar cuanto antes, los clerigos deben estar ahí ya.
- Ya corro todo lo que puedo – Casiin jadeaba dando pequeños pasos- creo que llegaremos a tiempo… hemos salido en el momento indicado.
-Eso espero, necesitamos mi espada y a Gladia pa destruir a Drogbar, si no las tenemos la batalla esta perdida.
El palacio estaba a apenas tres manzanas la hora de la verdad se acercaba.

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Gladis y Sturm se detuvieron ante la figura que habia surgido. Sturm desenfundó su arma y reconocio a su enemigo.
-Aspid ¿todavía te duele el corte de la ultima vez? –Miro a los oscuros ojos de su rival- Espero que estes listo para morir.
- ¡Oh! Mi querido Sturm –El hombre le miraba con un amago de sonrisa- He mejorado muxo desde la ultima vez…
Repentinamente, y ante la sorpresa de Aspid, Sturm se situo entre el asesino y su amada, permitiendo la retirada de Gladis he impidiendo a su enemigo que se le acercara.
- ¡Corre Gladia! –Sturm grito sin apartar los ojos de su rival- Eres la unica oportunidad, te quieren a ti, no a mi… ¡corre!
- No puedo –Por la mejilla de Gladia resbalo una lagrima- Necesitas me ayuda…
- Hazlo por mi Gladia –Sturm dudo- Aunque solo sea por una vez hazme caso, recuerda que…

Los golpes comenzaron, Sturm estaba preparado y los pudo detener, los devolvio sin problemas… pero el escudo que llevaba, lo movia con demasiada rapidez…
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por Proserpina el Mar Oct 04, 2005 8:25 pm

Los clérigos estaban en camino al palacio cuando al doblar una esquina se encontraron con un tremendo enano haciendo frente a varios hombres con ropas oscuras y ajustadas. Viendo en ellos el dibujo de la Luna cubierta por una nube de tormenta, dos de ellos no se lo pensaron y se lanzaron contra los seguidores de Dyastor. El tercero invocó una plegaria y sus aliados se encontraron inmediatamente con más habilidad para luchar. A la vez, dos de los seguidores que flanqueaban a Memnón, viendo la llegada de más contrincantes, usaron su magia para acelerarse como el rayo. Los clérigos que acudieron primero atacaron entonces a los acelerados mientras Memnón y el tercero mantenían a raya a los otros cuatro. Viendo que la cosa no estaba muy a su favor, Memnón invocó entonces al Señor de las Cumbres y aumentó su fuerza bruta. Despachó entonces fácilmente a sus dos adversarios y fue a encargarse de uno de los acelerados. Equilibradas las fuerzas, no les costó ni dos minutos acabar con ellos, tras lo cual se apresuraron para ir al palacio.

Como el rayo peleaba también Áspid: el blasón le daba una energía sobrenatural. Sturm decidió arriesgarlo todo y, aprovechando un despiste del contrario, cortó las ligaduras de su coraza y la dejó caer para ir más rápido en combate. Mientras, rezaba “Dioses, no os merezco pero os necesito. Por mis amigos, ayudadme a castigar este mal.”

- Eres un suicida, Sturm, no un paladín. Has perdido el juicio –bramaba con ironía el joven-. ¿Me dejas al descubierto tu noble corazón? ¡Voy a cenármelo!... –y se abalanzó despreocupado contra Sturm...

Gladia oía de lejos la refriega y su vista se nublaba con las lágrimas. Aferraba como una fiera el bastón contra el pecho. En su carrera hacia la entrada trasera, tropezó y cayó con unas losas sueltas. No se dio cuenta de que alguien se acercaba acechándola, ni tampoco que desde la puerta entreabierta asomaba una punta metálica. Cuando se incorporó oyó cómo alguien desenvainaba una hoja, oyó un chasquido y el silbido de una saeta cruzar el aire...

Ganímides se contuvo de lanzar un grito de ira cuando se encontró con Sturm de rodillas conteniendo la sangre que manaba a borbotones del pecho. Casiin apuntó a Áspid con su arma. El adversario cambió de idea y, en lugar de decapitar al paladín, se retiró poniendo por delante su escudo. Ganímides se percató que estaba roto. El paladín, de un milagroso mandoblazo, había traspasado en punta el escudo y había herido a Áspid en el brazo. Casiin, al retirarse el enemigo, se contuvo de disparar y se acercó a Sturm. El paladín estaba demasiado débil para concentrarse en su propia curación. Ganímides rebuscó entonces en su bolsa y le entregó la poción que desde el principio había guardado. Sturm la bebió de un trago y al instante dejó de sangrar. Recuperadas en parte las fuerzas se restableció casi por completo él mismo. Se levantó y abrazó a Ganímides.

- Gracias, padrino. Con esto tendré suficiente para acabar con esos malditos. Vamos ahora junto a Gladia.

- Un momento, hijo. Acabo de caer en la cuenta de una cosa. Sigo siendo más débil que tú. Protégete de nuevo con la coraza y toma mi espada. Drogbar no se lo espera. Si alguno de esos dos me atacan a la primera para eliminarme tendremos una posibilidad contigo. Los clérigos nos ayudarán –Sturm miró con respeto el arma y dudaba-. No creo que mis ancestros vayan a retorcerse en sus tumbas por esta oferta, hijo. Cógela de una vez.

Sturm envainó el mandoble y tomó la espada. Casiin señaló entonces a una esquina y aparecieron Memnón junto a los tres clérigos. Todos tenían pequeñas heridas y estaban furiosos, deseando acabar con Drogbar.
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por ELDORODWEN el Jue Oct 06, 2005 12:30 am

El grupo llegó al callejón al que daba la puerta de servicio y no encontraron a Gladia. Se alarmaron porque podría haberle pasado. Antes de que se dispersaran para ir a su encuentro por los alrededores, se abrió la puerta de servicio. Todos se giraron de golpe y se pusieron en guardia. Gladia asomó y les hizo una señal. Entraron sigilosamente y encontraron a Gladia junto al mayordomo. Estaban en una sala que daba acceso al almacén, la cocina y al pasillo que conducía a las dependencias del piso bajo del palacio. La muchacha explicó que el mayordomo había estado sometido, bajo amenaza de muerte de su familia, a las exigencias de Drogbar. Como Drogbar ahora no iba a preocuparse por un mayordomo “cobarde” dado que tenía bastantes problemas, decidió tomar partido. El hombre disparó una ballesta a un mercenario de la Cobra cuando éste acechaba a Gladia y luego indicó a la hechicera que se escondiese dentro.

El mayordomo les pidió que le siguieran y así lo hicieron. Una vez salieron al pasillo tomaron una escalera que estaba a la derecha. Les condujo al pasillo de las habitaciones del piso superior. A la salida de la escalera, al frente, había un amplio corredor que terminaba en otras escaleras, para subir a la segunda planta y para bajar a la entrada principal.

- Yo no puedo seguir más por aquí. Seguramente os estará esperando en la gran sala de baile, la tercera puerta por la izquierda. Yo entraré por otro sitio para sorprenderle. Tal vez no consiga más que eso, Drogbar es poderoso y no tengo nada que vaya a lastimarle salvo la traición. Pero si de verdad le sorprendo habréis ganado un instante precioso. Que los Dioses os guarden –el mayordomo inclinó la cabeza y giró para marcharse pero Sturm le detuvo.

- Ya no tienes que arriesgar más. Ve con tu familia si lo deseas. Te estamos agradecidos.

- ¡Oh, caballero! Pero lo que yo más deseo es ayudarle. Si todo sale bien, quiero estar presente para saborear la venganza. Y si no... ¿para qué vamos a seguir soportándole? Tarde o temprano él se hubiese deshecho de nosotros. Pero no habríais llegado tan lejos para nada, no. Los Dioses no van a daros una ocasión como ésta para que se convierta en una broma cruel del Destino –y antes de que nadie pudiese replicarle, el mayordomo se retiró.

Gladia miró a Sturm y, antes de que el paladín pudiese decirle nada, se puso de puntillas para besarle. Luego, a sabiendas todos de que ya era una estupidez andarse con cuidados, cascó la cubierta de barro del pomo del bastón para dejar al descubierto la roca mágica. Los clérigos rogaron a los Dioses fuerza y protección para sus aliados. Memnón oró al Señor delas Cumbres para que le diese el poder de la Justicia. Sturm inspiró hondo y deseó que su nueva arma castigase el mal con todas sus fuerzas. Cada cual a su modo terminó de prepararse y avanzaron decididos hacia la puerta. Ganímides apartó a todos y abrió...
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por ASHURAM el Vie Oct 07, 2005 12:29 am

Gladia puso en manos de Ganímides el colgante protector y con una mirada insistió en que se lo pusiese. Lo tomó como si atendiese a una premonición. Uno de los clérigos le tendió una espada corta que llevaba de repuesto. Tal y como había dicho el mayordomo, Drogbar y Áspid se encontraban esperándolos, casi en el centro de la sala. Era tan amplia como la nave de un templo y las paredes estaban cubiertas de espejos tapando casi todo el fondo blanco. Áspid tiró el escudo, ya inútil, al suelo y se apretaba el fajín que acababa de quitarse en el brazo herido. Lo malo es que no estaban solos. Les acompañaban tres seguidores de Dyastor tapados hasta las cejas por ropas negras ajustadas y portando una brillante lanza azulada.

- Mira que eres cabezota, Ganímides. Por tu culpa arrastrarás a inocentes contigo. ¿No podías haber seguido con la plácida vida de comerciante? –preguntó con ironía Drogbar. Se lamió los labios mientras aguantaba la risa y levantó despacio su mano derecha-. No, claro que no. Y tú, Sturm, como siempre cumpliendo con tu deber. Podías haberte ido con Gladia a otra parte. ¿Nunca se te ocurrió que ser tan cumplido es contraproducente? ¡Pues ahora lo descubriréis todos! –chasqueó los dedos y desapareció.

Tras la señal, los seguidores se lanzaron cada uno contra un clérigo. Éstos les esperaban en posición defensiva. Cuando se encontraron ambas fuerzas saltaron chispas de las lanzas al chocar contra las rodelas de los clérigos. Éstos respondieron dando un giro para dar fuerza a sus espadas y tratar de cortar las lanzas. Pero los ocultistas se movían muy rápido y esquivaron los golpes.

Ganímides y Sturm fueron al encuentro de Áspid con un grito furioso. Memnón decidió apoyar a los clérigos contra los seguidores, pues estaba en verdadera deuda con ellos. Gladia apuntó con el bastón a uno de los seguidores y ordenó un rayo. Para desgracia de todos el ocultista no sufrió daños, pues Dyastor otorgaba inmunidad a la electricidad, además de velocidad, a sus adoradores. Gladia se preparó entonces para lanzarle otro a Áspid cuando algo la sujetó por detrás y le tapó la boca. En medio de la refriega nadie se dio cuenta de que desaparecía por un agujero en el suelo...

Casiin esperaba la ocasión para hacer un disparo certero a cualquier contrincante sin herir con el potente chorro a uno de sus amigos. Cuando vio un hueco entre la refriega de los clérigos gritó una señal y éstos se agacharon. El chorro alcanzó de pleno a un ocultista y afectó al que tenía a su lado. Al tercero le pillaron por sorpresa uno de los clérigos y Memnón que, mientras se agachaban, se le echaron encima y lo ensartaron. Otro clérigo remató al seguidor que resultó herido y el tercero se acercó a Ganímides para apoyarle. Casiin apuntó entonces con su arma a Áspid y se fue acercando para tratar de darle de lleno pero algo le paralizó y debido a una mala postura cayó al suelo.

El paladín y Ganímides no veían la forma de golpear a Áspid. Era muy diestro aún con un brazo herido y sin la protección de un escudo. Como si les leyese el pensamiento acertaba a esquivar a uno mientras trataba de golpear al otro provocándole cortes a Sturm, afortunadamente no muy profundos. Ganímides, como estaba protegido, únicamente recibía los envites de modo prudente para que no le tumbasen. Pero Áspid cometió el error de ir retrocediendo y se encontró con uno de los clérigos que trataba de flanquearle. Esto le ocasionó una herida en el hombro diestro que le provocó una ira terrible. Se movía aún más rápido pero cada vez más imprudente. Los otros dos clérigos invocaron a sus Dioses y un aura casi tan grande como la sala cerró las heridas de sus aliados. Memnón se percató entonces del gnomo abatido y la ausencia de la hechicera.

- ¡Gladia! –rugió desconcertado. Sturm se distrajo y Áspid le hizo un corte en el brazo izquierdo. Ganímides respondió ensartando al espadachín por el costado y el clérigo le tumbó y le sujetó. Deseaba entregarle vivo para que sufriese aún más.

Mientras Sturm era curado por otro clérigo, Memnón trataba de reanimar a Casiin y Ganímides buscaba alguna entrada secreta por la que hubiese desaparecido Gladia. Sabía que no era capaz de hacerse invisible así que, cuando vio la joya en el suelo la sangre se le heló. Un espejo se descorrió de una pared y apareció Drogbar acompañado de la hechicera. En la otra mano llevaba el bastón y estaba activado. Cuando salieron del pasadizo carcajeaba de forma aterradora.

- ¡Se os acabó el juego! Confieso que hice mal en pensar que podría con vosotros pero aún tengo las de ganar. Suelta a mi hijo y entrégame tu espada, Ganímides, u os electrocutaré –y señaló con el bastón al paladín mientras avanzaba. Gladia parecía estar en un trance, pues no respondía al peligro. Al alzar la cabeza Ganímides se asustó. Sus ojos se habían vuelto negros, estaba dominada-. ¡Sí, sorpresa! Ha sido ella quien ha paralizado al gnomo, me ha hecho un favor. ¿Verdad, querida, que ahora vas a hacerme otro?

“¡No, Dioses! ¡Como el sueño no!” pensaron Ganímides y Sturm. Gladia alzó una mano y empezó a pronunciar una palabras. Drogbar se concentró entonces en un rayo para Sturm. Todos se lanzaron para acabar con el despiadado. Todo ocurrió en segundos. Mientras iban al encuentro de su padre a lo largo de la sala, Áspid tuvo el presentimiento de que algo no iba bien. Tendido en el suelo le gritó.

- ¡Padre, la espada! –alcanzó a coger una pierna a Ganímides y le tumbó.

Drogbar notó una punzada terrible en la espalda que le desconcentró y el rayo se desvió. Giró para apuntar sabiendo que aún contaba con unos instantes. Se encontró con la sorpresa de que su mayordomo estaba en el pasadizo con una ballesta disparada en la mano. Y Gladia le sonreía maliciosamente y le apuntaba a él...

- ¡Yo no dudo! –gritó la hechicera. Y de sus ojos manaron extrañas luces que cegaron a Drogbar.

Éste la empujó a ciegas y la derribó al suelo, volviéndose rápidamente para hacer frente a los demás. Otro rayo salió disparado hacia Sturm para vengarse de la muchacha pero antes de que terminase de brillar tenía al paladín encima. Entonces comprendió: la espada de Ganímides le protegió del conjuro. ¡Supuso que la llevaría Ganímides! El paladín le clavó entonces el arma en mitad del pecho sin que nada pudiese evitarlo. Áspid gritó furioso pero no pudo deshacerse a causa de la debilidad de la presa de Ganímides.

Cuando todo hubo acabado, Casiin se levantó del suelo y se sacudió furioso la ropa. “¡No me habéis dejado nada!” gritaba. El mayordomo pidió perdón por no haber acudido antes pero Sturm le abrazó y le felicitó. Ganímides ató a Áspid mientras uno de los clérigos le estabilizaba lo suficiente para que pudiese andar, pero no huir. Memnón cogió del suelo el escudo roto y se lo enseñó a Áspid. Lo escupió y lo arrojó junto al cadáver de Drogbar. Al caer en el charco de sangre las salpicaduras mancharon el dibujo de la serpiente...

Gladia explicó que mientras Drogbar la arrastraba por el pasadizo trató de dominarla pero ella logró algo maravilloso. Además de resistirse sacó fuerzas de su interior y, deseando que Drogbar la creyese, fingió estar dominada mediante un conjuro de ilusión. Aún sujeta y con la boca tapada notó que le hervía poder suficiente para llevar a cabo el conjuro mentalmente, sin necesidad de usar sus manos o las palabras. Cuando Drogbar le ordenó paralizar a Casiin mirando a través de una rendija obedeció pensando que así nadie le haría daño tras verle caído. Cuando salieron del pasadizo no quiso hacerle ninguna señal a nadie para no traicionarse. Así, creyendo todos lo que ella parecía, logró engañar a Drogbar hasta el final.
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por Renmark el Vie Oct 07, 2005 5:45 am

no se muy wien de que va.....pero en realidad no se si es de gnomos..si es ENRELIDAD NO ME INTERESA,ahora si es medieval con magos arqueros una guerra vichos feo etc....a la siguiente me apunto...
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por Artros el Dom Oct 09, 2005 12:35 am

El exceso de confianza en si mismo había traicionado a Drogbar, pensaba que su magia era demasiado poderosa para sus enemigos, algo típico de los humanos. La maldad de Drogbar había sido eliminada del mundo, ahora quedaba su hijo ¿Cuál seria el destino del mundo si le dejaban vivir? Pero esa decisión no les correspondía a ellos, un juicio por parte de los clérigos de Lakenor decidiría su destino… ahora cada uno debía volver a su casa, la aventura había finalizado para ellos.

Dos meses después todos se reunieron, la boda de Sturm y Gladis se iba a celebrar en el palacio de Anladirian, Ganímedes había conseguido llegar a ser consejero del duque Celudor, la destrucción de Drogbar le había reportado no solo riquezas, sino que también la confianza del duque. Gladis y Sturm esperaban poder llevar ahora una vida tranquila, las riquezas obtenidas les permitirían vivir cómodamente sin problemas. Casiin habia vuelto a su vida normal, ignorando las riquezas ganadas, mientras que Memnón habia decidido fundar una colonia enana en el valle gnomolestar para la alegria de los gnomos.

-Parece que todo ha salido a pedir de boca- Ganímedes apoyo sus manos sobre los hombros de Sturm y Gladis- Áspid encerrado en la Prisión de Garthinar, Drogbar muerto y todos nosotros con riquezas para vivir durante el resto de sus vidas. Y vosotros dos al fin casados.
-Si, al fin- Sturm puso su mano sobre la de Gladis.
-Pero a mi no me gusta- Memnón frunció el entrecejo- tendrían que haber ejecutado a Áspid, juro vengarse, si se escapara…
-Es imposible -Gladis lo interrumpió- Nadie ha huido de la prisión de Garthinar.
-Siempre hay una excepción a las reglas- Casiin les hablo pensativo –A lo largo de mi vida he descubierto que todo invento tiene su fallo, incluso los mas perfectos, deberíamos estar preparados.
-Y lo estaremos- Ganímedes se coloco junto al gnomo- pero mientras tanto disfrutemos de la fiesta…

Puede que la historia os haya resultado extraña, paladines enamorados de hechiceras, nobles importantes trabajando como mercaderes, inventos gnomos que funcionan, héroes que sienten miedos y sufren heridas, villanos que pueden regresar en cualquier momento, ... pero ya os advertí de que se trataba de una historia gnoma, si queréis oír una historia de héroes que luchan por sus damas, importantes nobles y villanos que se redimen y mueren preguntarle a algún bardo humano y os la contara, porque esta historia es una historia gnoma, y las historias gnomas son así.
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por Artros el Dom Oct 09, 2005 12:36 am

Ahi queda eso, ahora habra que empezar una nueva
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por genarocalcagno el Dom Oct 09, 2005 1:52 am

Te digo que no tanta historia... la gente te odia siempre con ese mujajajaja.
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por ELDORODWEN el Dom Oct 09, 2005 3:01 am

¡ERES LA CAÑAAAAA!

Si me lo permites, empezaré la segunda parte. Una ``precuela´´.

Y ojo: hacer una precuela es más difícil. Hay que saber encajar las cosas para que concuerden con el futuro (con lo que se ha contado).

``Historia enana. Los orígenes de la traición´´

Hablará de cómo eran los tiempos cuando Ganímides era un muchacho, cuando su padre obtuvo un cargo importante. Obviamente, algunos no habían nacido todavía.

Memnón contará cómo intervino en una de las facciones políticas humanas, apoyando a amigos de Ganímides. Contará las rencillas entre los partidarios de Drogbar y los de Ganímides, las intrigas por deshacerse los unos de los otros...

Bueno, ya se verá.
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por ASHURAM el Dom Oct 09, 2005 4:06 am

ARTROS: la estoy arreglando para enviártela.

ME HA ENCANTADO.

ELDO: yo te sigo. Por mí cuando quieras.
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por Artros el Dom Oct 09, 2005 4:05 pm

Maldito genaro!!! tate quieto ya y no seas tan patetico
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por Artros el Dom Oct 09, 2005 4:07 pm

Bien eldo, cuando quieras empiezas, cuenta conmigo!!!
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por genarocalcagno el Dom Oct 09, 2005 8:18 pm

Está bien. La historia digo.
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por Artros el Dom Oct 09, 2005 9:17 pm

Ups!! me dado cuenta de que el word me autocorrijo el nombre de Gladia por el de Gladis, habra que arreglarlo
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por Artros el Mar Oct 11, 2005 2:43 pm

creo que me e qedao solo con la historia
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