Las cronicas de warsage (relato)

Un lugar donde los héroes se reúnen a discutir, reír y beber!

por Neji-Kun el Mar Jun 10, 2008 2:58 pm

Capitulo 9: la bestia

Sus pasos sonaban como truenos quebrados en una noche de lluvia, notábamos la infinidad de temblores que golpeaban el suelo, cada vez con mayor ritmo, en ese instante aquella mala bestia levanto la maza, apuntando hacia nosotros la dejo caer con la velocidad de un rayo. Conseguí apartarme a tiempo, un solo golpe sería crítico, mortal. Observé si el resto del grupo se encontraba en perfecto estado mientras de repaso miraba a la bestia, la cual contemplaba el resultado de su obra. Efrel en un acto de valentía había agarrado por la cintura a Likimeya y la había arrastrado fuera del peligro, Athos con la espada en alto miraba con rabia al enemigo. No pude fijarme en mucho más, el tiempo se acababa.

-Kaiser, ¡ataca! – Grité sin esperanza alguna

El lobo, leal como ninguno se lanzo ante su victima sin pensarlo, hincó sus dientes en la mano de este, la cual estaba posada en el suelo, Kaiser se afano de tal manera como si de su acto dependiera la vida del resto del grupo y quizás así fue, unos momentos de distracción que propiciaron nuestra victoria.

El coloso o la bestia inmunda como la recordamos los sobrevivientes de tal aventura, movió su mano como si de un látigo se tratara, intentando desembarazarse del lobo, tras el tercer intento, Kaiser salio despedido y paro a unos metros hacia el bosque, en ese momento me invadió el miedo, no pude comprobar si el lobo continuaba respirando, si quiera si continuaba con todas sus extremidades en su sitio.

-¡Maldita bestia! – Un aullido cargado de cólera brotó de mis labios, dispuesto a matar, sediento de sangre, sin miedo a nada.

Recordé un viejo conjuro, podía crear una esfera de energía, intentando recordar las palabras, miré con ira al coloso y las palabras aparecieron por si solas. Con tal ataque de ira no recuerdo muy bien como conseguí obtener el conjuro, solo recuerdo que forme una esfera verde en la punta de mi bastón, y como si de un proyectil se tratase, salio lanzada hacia la bestia. Un ruido ensordecedor taponó mis oídos, una tormenta de arena impidió que levantara la vista, recogido en mí capa mirando al suelo esperaba el desenlace de tal osadía, los segundos parecieron horas, finalmente levante la vista y con una mano en la frente observé el panorama.

Increíble…, nada, absolutamente nada había ocurrido, seguía ahí, casi sin creérmelo pose la mirada en mis compañeros, la misma cara de asombro se reflejaba en ellos, un sentimiento de decepción se palpaba en el ambiente.

-¡Alejaros! – Gritó la elfa.

Giré el cuello para encontrarme con la maza del coloso en alto, dispuesta a asestarme el golpe de gracia, pudo ser, pero mis hábiles reflejos consiguieron esquivarlo y ponerme a cubierto. No se puede decir lo mismo de la anciana Likimeya, su tropiezo en el suelo pudo costarle la vida, pero en ese momento descubrimos lo valioso que había sido la incorporación de King. El muchacho había estado desaparecido en la batalla, la verdad es que ni siquiera me había acordado de él, pero allí estaba, subido a la espalda de la bestia, empuñando su acero, el cual clavaba en el cuello de esta.

Se oyeron aullidos de dolor, un chorro de sangre se precipitaba hasta el suelo, aprovechamos el momento para posicionarnos, yo pude llegar hasta Kaiser y así comprobar que solo tenia magulladuras superficiales, Athos y Efrel parecía que tomaban la delantera, a mi derecha contemplé como el vampiro había vuelto después del terrible golpe que había sufrido.

-¡Prepararos! ¡Ahora o nunca! – Se escucho desde la espalda del coloso la voz de Akaoni.

La bestia había lanzado a King contra los árboles y se disponía a continuar más encorajinada que antes, en ese momento, el guerrero Akaoni, escurridizo como un asesino, se introdujo entre sus piernas con dos dagas en las manos, creando sendos surcos en sus tobillos, dejando que la sangre surgiera de ellos.

Athos se aproximó hasta la posición del guerrero y el coloso volvió a recibir otra estocada en la parte inferior de sus piernas, tras esta, Efrel hizo su aparición copiando a sus predecesores, si en algún momento tuvimos alguna oportunidad, era ahora.

-¿Disfrutas con esto, elfo? – un siseo se escucho a mí alrededor.
-Maldito seas, bestia inmunda, ojalá que esto lo hayas provocado tu – le amenacé – no dudaré en arrebatarte la vida.
-Vuelves a equivocarte, querido amigo – continuo Gawaine- yo no he provocado nada, las bestias están fuera de control, ya no confían en los hombres, tu al ser druida deberías haberlo notado… creo que tu carencia de aventuras esta mermando tus habilidades o tus dones.

Puede que el vampiro tuviera razón, de todas maneras, hablaríamos de esto mas adelante, no era ni mucho menos el momento indicado, La Resistencia se debatía entre la vida y la muerte, y tras una extensa lucha, ahora parecía que un rayo de esperanza se cernía sobre nosotros.

-¿¡Qué haces parado!?- Grito Akaoni - ¡Coge tu carcaj y el arco! ¡Acaba con él!

Tras estas palabras recibió un puntapié de la bestia que lo dejo semiinconsciente. Dejando mis preocupaciones a un lado, eche una mano a la espalda, agarrando una flecha la posé en mi arco, mi maravilloso arco. Apunté como si la vida me fuera en ello.

-¡Bestia inmunda! ¡Ven a por mí!- Grité para llamar su atención.

Aquello hizo efecto, noté como aquella criatura giraba sobre sus talones, dispuesta a concentrar sus iras en un nuevo objetivo, yo me encontraba a escasos pasos de ella, al girarse completamente me miró con arrogancia mientras sus mandíbulas se extendían, un rugido enorme surgió de ellas, sus babas casi me salpicaban en la cara, su aliento putrefacto conseguía llegar hasta mi olfato. Casi sin mirar, solté el proyectil, esperanzado de acabar con el sufrimiento de todos nosotros.

Un cuerpo pesado retumbo contra el suelo, tal movimiento casi me derriba, abrí los ojos y contemple como mi flecha se encontraba entre ceja y ceja, un tiro limpio, sin una posible reprimenda.

-Gracias a Dios… - Se escucha decir a Likimeya.

En ese momento, un deseo de lucha se creaba en mi interior, la misma excitación que había sentido cuando era más joven, aun sintiéndome mal por acabar con la vida de ese ser, no podía frenar en mi el deseo de seguir luchando, había vuelto a ser el de antes, el que todos recordaban.
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por akaoni el Mar Jun 10, 2008 3:17 pm

Chogas...ya no me gusta tanto...nose ha descendido el nivel

puede ser porque la historia de eidahan me gusta tanto y claro...no me malinterpretes xD
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-Matar al mutante
-Quema al hereje
-Acabar con los extraños
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por murtagh el elfo el Mar Jun 10, 2008 9:51 pm

okey si señor... lastima que no he leido ninguno.. xD..

me resulta raro que nadie se haya dado cuenta antes.. encima uno de sociales... verguenza!!!

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por Neji-Kun el Mar Jun 10, 2008 11:18 pm

Aka, sera porque esta es la parte que escribimos entre todos ¬¬
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por Neji-Kun el Mar Jun 17, 2008 8:13 pm

Capitulo 10: ruinas

La bestia daba sus últimos suspiros en el suelo, esperando que su agonía concluyera lo antes posible, Athos, armado con su larga espada se acercó y la hundió en el cuello de esta, la bestia se quedo inmóvil, sus puños dejaron de estar tensos, su maza golpeo el suelo por última vez.

Una oleada de viento azotó nuestros cuerpos, levantando mí cabellera a la vez que pasaba una mano por la frente, el sudor me resbala por la mejilla terminando por caer al suelo, contenía la respiración en un afán de controlar mis nervios, ya que mi temblorosa mano me delataba.

-¿Qué has hecho druida? – Preguntó el joven King
-Lo que tenía que hacer – me esmeré en explicarle - ¿estamos vivos no? Eso es lo importante.
-¿Cómo lo mataste con una sola flecha? – Preguntaba incrédulo Akaoni
-Conseguí acertar en el punto débil de esta criatura… - me limité a contestar.

Mis pasos se acercaron al coloso, posando una de mis manos en su frente recité unas palabras en mi lengua, palabras que le permitirían llegar al mas allá “Que tus pecados sean perdonados y tu alma se eleve, que Ariel te acoja en su seno…” – Susurré.

Las miradas de mis compañeros lo decían todo, solo unos metros nos separaban de la cabaña en la cual habíamos pasado la noche, ahora solo unos trozos de madera envuelta en astillas nos recordaban a ella, un camino de destrucción se abría desde los árboles caídos del bosque, hasta nosotros.

-Debemos apresurarnos, hemos malgastado mucho tiempo en un combate sin sentido, ¿Qué demonios esta ocurriendo? – Maldijo Efrel.
-Estas bestias se han vuelto locas… - Comentó por lo bajo Gawaine.
-¿Tu no has tenido nada que ver? – Le pregunte de forma acusadora.
-No, te lo aseguro, salí a cazar como hago cada noche… - se relamió – pasé cerca de esa bestia, la miré y seguidamente comenzó a perseguirme como si hubiese perdido la cordura, intente desviarla de aquí pero ya habéis visto… es imposible controlarla.
-Por Ariel… ¿Qué has hecho Sarch?

Dirigí mi mirada al cielo sin esperar respuesta alguna, las nubes se agolpaban unas con otras, grandes masas negras se agrupaban encima de nosotros, un relámpago se escuchó a lo lejos…, la tormenta no tardaría en llegar.

-Andando… - Casi susurre al resto del grupo haciendo un gesto con la mano.

Un suspiro recorriendo mi espalda, dándome un escalofrío, me encontraba detrás de todos, giré mi cabeza y divisé un paisaje tenebroso, a lo lejos, la cabaña hecha pedazos… a su derecha el bosque demolido por la furia del coloso, justo en el centro… yacía la bestia sobre los escombros. Unas gotas cayeron del cielo, pronto empezó a tronar, la lluvia tomó fuerza, era finalmente… algo espantoso.

-Debemos refugiarnos, no podemos seguir a la intemperie con este tiempo… - Me comento Likimeya.
-Tienes razón, ¿Conoces algún pueblo cercano?- Pregunte sin mucho interés.
-Sí, está a unos cien metros de aquí, todo recto, conozco a un joven que se hospeda de vez en cuando allí y me ha hablado muy bien de una taberna en el centro del pueblo, sigamos el camino – Concluyo la anciana.

No le faltaba razón a Likimeya, exactamente a cien metros de donde nos encontrábamos, se erguía una pequeña aldea, con los caminos pedregosos y las casas de duro barro, en el centro, encontramos la taberna “The Little Sky”, su interior era espacioso, con varias mesas enormes y otras pequeñas en rincones mas oscuros… - Donde se suelen planear los trapicheos entre la gente del pueblo… - pensé.
El único problema era que no dejaban entrar animales, tuve que persuadir a Kaiser de que se alejara para no asustar a los caballos de los demás clientes, al día siguiente nos volveríamos a encontrar.

Siguiendo con mi historia, el tabernero, un personaje del todo burlesco, presentaba un físico grotesco, un bigote recortado y una pequeña perilla, era realmente bajo, no pasaría de mis hombros, eso si, se trataba de un hombre mayor y muy amable, muy atento con todos nosotros, aun siendo un grupo disperso, no lo encontró raro… y nos atendió de la mejor manera que pudo.

-Es aquí donde suele hospedarse vuestro amigo, anciana… - Me acerque a Likimeya sin que los demás me escucharan.
-Si, podría estar aquí, he pensado en pedirle ayuda, es un caballero de honor, hijo de un rey, la gloria cabalga sobre sus hombros… - me señalo posando énfasis en sus ultimas palabras.

Akaoni ya estaba sentado en una mesa alejada del bullicio general, los demás tomamos asiento cerca de él, teníamos que trazar los planes que llevaríamos acabo de ahora en adelante, y no estaría de más, conocer a los últimos miembros “involuntarios” de La Resistencia. El tabernero, con gentileza, nos trajo unos trozos de pan y queso, al lado de una bandeja de birra fría, yo mas miedoso que los demás… solo pedí una jarra de hidromiel para perder la sed antes de ir a dormir.

-Bueno… - Comenzó Akaoni- creo que queréis saber algo mas de mi… no tengo mucha historia, crecí deprisa debido a las circunstancias que rodeaban a mi familia, pronto abandone mi hogar materno y me lancé a la búsqueda de aventuras, me llamo a mi mismo explorador, puesto que es el único oficio que conozco… - hizo una pausa leve acompañada de un sorbo de cerveza y prosiguió- Se de vosotros debido a los rumores que pasean cada mañana por las plazas de los pueblos, desde hace un año me propuse encontraros… el único problema era que aquellos rumores no eran nada acertados… y ahora, por un golpe de suerte estoy sentado en vuestra misma mesa… es un orgullo que me hayáis aceptado entre vosotros, daré mi vida por la causa, odio a Sarch y a todo lo que el representa… y por mi espada, juro que os serviré hasta que mi cuello deje de estar sujeto a mis hombros.

Yo sabía que aquel chico no mentía, era fácil leerle la mente con la expresión de su cara, los toscos humanos siempre han sido muy expresivos, y fáciles de detectar cuando mienten, en Akaoni solo podía ver seguridad, fidelidad y rabia, era lo que yo andaba buscando, y lo que necesitábamos en ese momento.

Al volver a mirar al explorador me di cuenta de que había un hombre mirándonos, quizás vigilándonos, enfundado en una capa negra con una capucha sobre la cabeza… no le di mayor importancia y seguí esperando a que hablara King.

-Bueno… creo que es mi turno… - dijo titubeando el joven- Yo… pertenezco a una familia de labradores, mis padres trabajaban la tierra… os hablo en pasado puesto que están muertos… - su cabeza se dirigió directamente al suelo – por eso me encontrasteis en el bosque, escapaba de los hombres de Sarch, ellos entraron en la granja… asesinaron a mis padres… y se que me estaban buscando, conseguí esconderme antes de que me hicieran daño…

Likimeya estaba encaprichada con aquel joven, no me entendáis mal, lo trataba como a un hijo, King no sobrepasaba los diecisiete años humanos, era de constitución fuerte pero tenía una personalidad muy infantil y poco curtida, nadie podría convencer a Likimeya de que lo dejáramos a su suerte… por tanto, decidimos que viniera con nosotros, el chico parecía saber manejar la espada, y Efrel estaba poniendo empeño durante el camino para enseñarle sus mejores movimientos.

Después de vaciar unas cervezas, pidieron otra ronda, mis compañeros parecían comenzar a divertirse… como son los humanos… un par de birras y podrían darte todo su oro sin pensarlo… yo me limité a mi Hidromiel y unos trozos de queso. Algo llamo mi atención el hombre encapuchado se levantó de su asiento y vino hacia nosotros, deje el queso sobre la mesa y eche mano del cinturón donde residía una de mis dagas.

-Hola likimeya – involuntariamente todos dirigimos una mirada hacia él – Soy yo, Esteban.
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por Neji-Kun el Mar Jun 17, 2008 8:48 pm

Espero que lo lean los "interesados" habituales xD y Estebanes, que por fin aparece xD. Venga, mañana empiezo el capi 11.
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por Necronus Supliciador el Mar Jun 17, 2008 9:23 pm

repito lo dicho en la otra tabe xDD
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por Neji-Kun el Mié Jun 18, 2008 2:10 pm

Bueno, ya está aquí el capítulo 11, a ver si mas gente aparte de 2 personas lo leen cojones xD

Capitulo 11: honor y venganza

El misterioso personaje se deshizo de la capucha y mostró su tez blanquecina, una larga melena le caía hasta los hombros, del mismo color que los campos de trigo, parecía muy joven, aun así tenía pinta de ser un gran guerrero, un aula misteriosa lo rodeaba.

-Estaba deseando encontrarme contigo, Esteban – le contestó likimeya agarrándole la mano.

El guerrero hizo un gesto incomodo, no parecía gustarle el contacto con otras personas.

- Y yo señora, aquí estoy tal como vos dijisteis – terminó susurrando.
- ¡Caballeros! – Alzó la voz la anciana – Creo que debería realizar las presentaciones, este hombre procede de una familia poderosa, de la alta sociedad, estáis en la presencia de Esteban, príncipe de Rual, un gran espadachín y hombre de honor al igual que los paladines.

Efrel le observo incrédulo, años atrás había servido a su casa, los padres de este joven eran muy mayores pero seguían al frente del reino de Rual, ¿Qué hacía su hijo aquí?

-Joven, según tengo entendido – comenzó Efrel- tus padres eran dueños de numerosas tierras, señores afincados sin necesidad de entrar en guerra, pues Sarch no se atrevería a ponerles un dedo encima, ¿Qué haces tu aquí? Moviéndote entre maleantes, escondido en la oscuridad siendo el príncipe de uno de los reinos más poderosos que ha conocido el hombre.

Esteban le dirigió una mirada de ira antes de contestarle, como si hubiera herido su orgullo.

-Mis padres han muerto… el tiempo pudo con ellos - contestó- Sarch profanó sus tierras, robó las cenizas de mi padre, ahora todos vivimos en un caos constante, tuve que salir de allí, para proteger mi vida… y vengar a mi padre.

Esteban dirigió una mirada de reojo sobre la sala, buscando una silla vacía, tras encontrar su objetivo la acercó junto a Likimeya y dejo caer el peso de su cuerpo sobre ella. Posó una mirada fulminante a cada miembro de La Resistencia.

- Así que… vosotros sois La Resistencia, perdonad mi incredulidad, pero sois pocos hombres para intentar frustrar los planes de Sarch – comentó con una sonrisa – os aplastara como a insectos…

Estuve apunto de agarrarle del cuello, noté como un sentimiento de rabia se apoderaba de mi, pero no fui el único, la faz de Athos lo demostraba, el paladín oscuro estaba apunto de saltar sobre aquel joven.

- ¿Qué demonios? – Continuó Esteban dirigiendo una mirada a Gawa- ¿Un vampiro? ¿Podemos confiar en razas más ambiciosas que el propio Sarch?

Quise impedir que Gawaine dijera cualquier cosa, puesto que ya todos conocíamos el genio del vampiro, sus malas palabras podría costarle la vida a Esteban, el muchacho aun no sabía con quien estaba tratando. Gawaine soltó una risotada estridente, consiguió que todos nos volviéramos a observarlo, Esteban en cambio parecía ofendido.

-Es gracioso… solo eso… -continuó riendo el vampiro – los sentimientos que mueven a los seres mortales, como vosotros humanos, venganza, honor, gloria, ¿Qué es todo aquello?, justificáis vuestros actos mencionando uno de tales adjetivos, con el fin de que todos idealicen vuestras batallas, no nos engañemos, todos tenemos un por qué, esto es una misión suicida, lo único que nos mueve a concluirla es nuestro propio existo, la riqueza, nuestros nombres en los libros de historia.

Levanto la mirada hacia Esteban, fulminándolo antes de callarse.

-¿Las cenizas de tu padre? Estúpido humano – ofendió al caballero- por tu padre guía a tu pueblo en los momentos difíciles, olvida la venganza, ¿Qué crees que pensaría tu padre de ti?

Esteban se llevo la mano al cinturón, dispuesto a convertir la taberna en un matadero, avergonzado y humillado solo pensaba en acabar con la vida de Gawaine, sus ojos no le quitaban la vista de encima. Efrel fue quien freno las iras de Esteban, cogiendo su mano lo tranquilizo para no llamar la atención, la situación se nos estaba escapando de las manos.

-¡Silencio! – Alcé la voz – estamos todos juntos en esto, dejad de discutir.

Esteban me miró, hasta ese momento no se había fijado en mí, una pregunta se formo en su mente.

-¿Tu debes ser el líder, verdad?
-Así es, y no me importan tus títulos de príncipe, ni ninguna de vuestras estupideces, discutiendo entre nosotros mientras Sarch se hace cada día más fuerte. ¡Si escuchó algo más, yo mismo pondré fin a vuestras vidas! – terminé enfurecido.

No se escuchó una mosca, el único sonido que me llegaba era el de la daga de Akaoni cortando un pedazo de queso, todo quedó en silencio.

-Tranquilo Chogas, conocemos la importancia de esta misión, no te desesperes – intento consolarme Efrel.

Sin pensarlo me encontraba levantado de mi asiento, apoyando mis manos en la mesa y algo sofocado, quise tranquilizarme y volví a tomar asiento, dispuesto a seguir con una charla más amena.

Señores - dijo Athos con su voz grave, el paladín había pasado gran parte del tiempo callado- creo que lo mas importante por el momento no es perder el tiempo como unos niños en alardear sobre quien de nosotros es el mas poderoso, eso se verá en el campo de batalla, lo que hay que hacer ahora, es decidir lo que haremos en adelante para cumplir el objetivo común: matar al emperador, toda la vida social debe quedar en segundo lugar ¿no les parece?

Todos afirmamos, dejando problemas personales a un lado, nos dispusimos a seguir hablando del lugar hacia donde nos teníamos que dirigir, lo mas lógico era prestar nuestra ayuda a los reinos que mas estaban sufriendo la invasión de las tropas de Sarch, en tal caso, caminaríamos hacia el norte, donde se encontraba la frontera con el reino del odioso emperador, nuestro objetivo principal era reunir un ejercito con todas las razas existentes para hacer frente al malvado, parte de los elfos y humanos ya se estaban armando, pero necesitábamos algo más para vencer.

Después de la cena, todo quedo en calma, cada uno subió por las escaleras que se encontraban al final de la sala, dirigiéndose a su habitación, por un buen precio podrían pasar la noche allí, era suficiente. En ese momento solo querían descansar y lavarse, aun les esperarían más aventuras.
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por La luz de los caidos el Mié Jun 18, 2008 3:31 pm

Esta muy bien, a mi me gusta como esta quedando. ::laughing::
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por Neji-Kun el Mié Jun 18, 2008 3:41 pm

Ya sabes que no es lo mismo que paso en la verdadera historia, vamos los acontecimientos SI, pero no los lugares y todo eso.
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por Necronus Supliciador el Mié Jun 18, 2008 3:59 pm

*Repito lo dicho en la tabe paralela*
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por Neji-Kun el Jue Jun 19, 2008 1:10 pm

Puf , estos días tengo mucho tiempo libre y no paro de escribir...
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Capítulo 12: Tormenta en la lejanía

El sueño había concluido de forma disimulada, se cumplía el medido día cuando me levanté de mi cama, entraba un pequeño rayo de sol por la ventana, al parecer, hacía un preciosa mañana, recogí del suelo todos mis bártulos y me dispuse a abandonar la habitación, la cual tenía concebida por un par de monedas de plata. Pensé que el resto de mis compañeros ya deberían estar en pie, quizás en la taberna desayunando…

-Es hora de marcharse… - me dije a mi mismo.

No fue difícil encontrar al resto, se situaron en una mesa cercana a las escaleras, al parecer todos habían madrugado mas que yo… espero que no les extrañara… tengo fama de dormilón, y algo cascarrabias si me interrumpen.

-¡Chogas! – Gritó Athos – siéntate por aquí, bueno, ahora que has conseguido despegarte las sabanas, es hora de trazar un plan.

Mientras reía en tono burlesco, asentí con una sonrisa, parecía que los ánimos estaban calmados, sobretodo Esteban y Gawaine, los cuales mantenían una coexistencia pacifica casi sin miramientos, el príncipe se encontraba al lado de Efrel y Likimeya, con quienes congeniaba mejor.

-Genial, veo que habéis pedido por mí – En mi sitio se encontraba una taza caliente con unos trozos de pan.
-Te conozco demasiado bien amigo – Rió Efrel casi atragantándose con su trozo de pan.
Cambie mi postura y pase a sentarme delante de los cubiertos, mi apetito me lo pedía.
-Bueno, está claro que debemos ir hacia el norte, en la frontera de Sarch, nuestro principal objetivo es crear un ejercito con todas las razas posibles, por eso somos un grupo tan diverso – les explique mientras señalaba a Gawaine, Likimeya y a Athos- todos somos muy diferentes, así que no nos será difícil ganarnos la confianza de los demás.

Sin miramientos agarre uno de los trozos de pan y lo unté de mantequilla, me lo llevé a la boca, saboreándolo antes de tragarlo, no todos los días podemos adquirir tan grata comida.

-En teoría debe de ser sencillo – siguió Efrel- pero será mas difícil si encontramos enemigos en nuestra andadura.
-Si, el problema es encontrarnos de golpe con un ejército de Sarch – siguió Akaoni, su experiencia como explorador le daba mucha credibilidad – os aseguro que no nos darán un segundo…

La mesa estaba cargada de pesimismo, era algo normal, nos enfrentábamos al emperador mas poderoso de la historia, se avecinaba la guerra más destructiva que ningún mortal o inmortal ha conocido, la hecatombe era cuestión de tiempo… y entonces, todos nos veríamos envueltos en ella.

-Necesito algo de aire… - dijo el explorador levantándose de la mesa – enseguida vuelvo, estaré fuera.

Escuche el chirriar de la puerta antes de cerrarse, y sin girarme a mirar seguí con lo mío, el desayuno estaba demasiado rico como para pensar en algo más. El tabernero rondaba la zona, me miró y me mostró una sonrisa apaciguadora, se la devolví y siguió con su ronda, aunque, parecía más nervioso que la noche anterior.

-Pero… - comenzó King mirando a Efrel- ¿serán senderos seguros los que tomaremos?
-Intentaremos coger atajos, pero esta claro que para dirigirnos a las grandes ciudades tendremos que ir por caminos principales – le contestó el paladín sin soltar la mantequilla.

Es habitual coger caminos secundarios para este tipo de misiones, ir de incógnito era nuestra mejor baza, buscábamos la sorpresa, Sarch no se esperaba que los demás pueblos estaban armando un ejercito para destituirlo, su egocentrismo le impedía ver la realidad, se creía amo y señor de la tierra de Warsage.

-¡Rual! ¡Rual! – Entró gritando Akaoni - ¡Rual!
-¿¡Que!?
Agarre al explorador para que me explicara que decía.
-¡Están atacando Rual!

Una silla chirrió y fue a parar al suelo, Esteban se levanto como alma que lleva el diablo, de un empujón me aparto de Akaoni.

-¿Qué has visto? ¿Como?- le pregunto agarrándole del cuello.
-He oído rumores, pensé que no eran ciertos, pero acaba de llegar un mensajero que escapo de allí, llevan tres días de asedio, se puede ver el humo desde el horizonte, ¡fíjate! – gritó Akaoni.

Todos nos levantamos corriendo, asomándonos a la ventana comprobamos que Akaoni tenia razón, Rual como nos había dicho Esteban, no estaba muy lejos del pueblo donde paramos a pasar la noche, a un día andando se podría llegar sin contratiempos. El humo se alzaba imponente, podría crearse una masacre si las tropas de Sarch entraran dentro.

-Dios, deben de haberse refugiado en el castillo de Gorna – susurró Esteban- Hemos ganado muchas batallas allí, es una fortaleza admirable… pero no pueden hacer nada contra Sarch, son miles y miles de tropas… ¡ellos solos van a morir!
-Con que Sarch no sabía nada de esta rebelión… ¿verdad? – Dijo irónicamente Athos- Nos ha descubierto, y nos estará buscando, lo único que podemos hacer en estos momentos es escapar en la dirección contraria.
-¿¡Que dices!? – Le gritó el príncipe antes de tirarse encima del paladín oscuro - ¡Mi pueblo está muriendo maldito bastardo!

Yo y Efrel nos echamos encima para separarlos, la situación era odiosa, no sabíamos que hacer, posiblemente si no acudíamos… los días para los habitantes de Rual estarían contados, y lo peor de todo… Sarch agrandaría su dominio… haciéndose más poderoso de lo que ya es.

-Tranquilicémonos… - intente imponer paz- debemos pensar que hacer.
-¿Pensar? – Me gritó de nuevo el príncipe- Por dios, ¡Chogas!
-No podemos ir – dijo Likimeya- Le tengo mucho aprecio a tu pueblo Esteban, pero no es nuestro cometido.

Las opiniones parecían divididas, en ese momento yo estaba cavando mi propia tumba, la decisión que tomé aquel día… repercutió en nosotros de manera increíble, desde ese día, todo cambió…

-Yo voy – dije en silencio – Quien quiera que me siga, estaré fuera.

Abandone la estancia con la mirada del resto clavada en mi nuca, con la cabeza bien alta, llena de orgullo, abrí al puerta y deje que el sol entrara por ella… segundos antes de desaparecer. No tenía muchas esperanzas de que todos me siguieran, pero decidí ahogar mis penas apoyado en un roble mientras miraba aquella puerta, pase minutos en silencio mirándola, esperanzado.

-Yo también voy. –Escuché decir a alguien.
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por Neji-Kun el Jue Jun 19, 2008 11:27 pm

upp!
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por La luz de los caidos el Vie Jun 20, 2008 11:02 am

Esta muy bien, aunque me lio un poco con tu forma de narrativa, pero no me hagas caso xD
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por Neji-Kun el Vie Jun 20, 2008 12:32 pm

nono hombre, explicate xDDD
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por La luz de los caidos el Vie Jun 20, 2008 12:50 pm

Es sencillamente que me lio en la forma de escribir, a veces parece que estas en 1 pers. y luego cambias a 3 pers. y es un poco lioso.
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por Neji-Kun el Vie Jun 20, 2008 1:01 pm

En este último creo que no me ha pasado, pero puede que en algún otro si, bueno te explico, el problema generalmente reside en que la verdadera historia a seguir, la escribimos entre 7 o 8, entoncs, a la hora de leer esos fragmentos y pasarlos al Relato, ay muchas cosas que mi personaje no sabria porque son pensamientos de los demas, asique es muy dificil plasmarlos desde primera persona, creo que de momento lo he conseguido hacer bien, pero con dificultad...
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Neji-Kun

 
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por La luz de los caidos el Vie Jun 20, 2008 1:27 pm

No si, si lo vas haciendo bien.
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La luz de los caidos

 
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por Neji-Kun el Sab Jun 21, 2008 6:23 pm

Bueno, espero que los interesados sigan leyendo!
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Capítulo 13: Gala de valentía

Mis palabras habían sido duras, pero el resultado había sido mejor de lo esperado, cuestionando la valentía y el honor del grupo, los había puesto contra las cuerdas, casi les había ordenado que me siguieran. Instantes más tarde escuché algo que esperaba oír, la primera persona dispuesta a seguirme abandonaba la estancia y abría la puerta para encontrarse conmigo.

-Yo también voy – Dijo Esteban- ¿Estás loco? Es mi pueblo quien se encuentra en peligro, nada te obliga a venir.
-Cállate y no discutas – le decía desde atrás Efrel- ¿Pensabas irte sin mi, orejas picudas?

Ensanche mi sonrisa al escuchar su voz, pero aun quedaban problemas, ¿Qué haría el resto?

-También es mi pueblo, no permitiré tal matanza sin mover un dedo- se escuchaba decir a King, mientras salía de la taberna.
-Lo mismo digo – le comentaba Akaoni.

Athos y Likimeya salieron los últimos simultáneamente, algo más contrarios al resto, más indecisos, pero igual de valientes.

-Tú nos has arrastrado a esto…-Me susurro la anciana.
Giró su cuello para cerciorarse de que nadie nos escuchaba.
-Sobre ti recae toda responsabilidad…
-¿Y no es así desde que abandonamos la aldea?

Dirigí mi mirada a otro lado y avancé sin mirarla, cuestionar mi liderazgo… hasta hay podríamos llegar. El grupo parecía decidido, exceptuando a Likimeya y Athos, el resto estaban orgullosos de poder ofrecer sus vidas. En ese momento pensé que todo saldría bien… que equivocado estaba… nunca sale todo bien.

-¿¡Tu, sabes algo mas de la situación de la ciudad!?-Preguntaba Esteban a Akaoni casi sin educación.
-Lo que os he contado, llevan tres días de asedio… no creo que aguanten una semana sin refuerzos, deberíamos de ponernos en camino ya, un día andando nos llevaría a Rual. –Contestó el explorador.

Athos se encontraba cerca de ellos, y no había perdido el hilo de la conversación, atento en cada momento, levanto una ceja cuando se refirieron al tiempo que tardarían en llegar andando a Rual.

-Esperad un momento, ¿no sería mas rápido ir a caballo?
Sin venir a cuento, Esteban soltó una carcajada enorme antes de girarse a encarar al paladín oscuro.
-¿Cabalgar?, como se nota que estas no son tus tierras paladín…-Contestó rápidamente Gawaine, el cual se encotraba escuchando la conversación de Esteban.
-¿Cómo? Explícame eso vampiro…

Antes de hablar, Esteban le cogió del brazo a Gawaine, por el mero hecho de que le prestara el turno para explicarle a Athos todo lo referente a Rual, que él claramente desconocía.

-Es sencillo amigo, la bestia quiere decir que la ruta trazada hacia Rual, diseñada para ser transitada con caballos no es segura, y si queremos llegar sin distracciones deberemos cruzar por los pantanos de Guen, lugar impropio para caballos…. –El principe tomó aire para seguir con su explicación- No se tu, pero matar a goblins que asaltan en el camino, aunque fácil toma tiempo, del que no disponemos…

La cara de Athos reflejaba su vergüenza, él conocía lo justo de estas tierras, este tipo de cosas tan solo las sabían los propios lugareños, como posiblemente Esteban y Akaoni, que conocían estas tierras como la palma de sus manos.
-Señores, siento decirlo… pero es hora de ponernos en marcha – Golpeé el bastón contra el suelo y me puse a caminar seguido del resto, a mi lado se encontraba Efrel, erguido con su armadura.

Comenzamos a andar dirección a los pantanos de Guen, no estábamos demasiado nerviosos, se reflejaba en las caras de mis compañeros la valentía con la que afrontaban la nueva misión, el príncipe parecía deseoso de llegar a Rual, caminaba a mas velocidad que el resto,

-Tranquilízate, llegaremos en un día corras mas o menos- le explicaba Efrel, algo preocupado.
El príncipe mostró una mueca de desgana pero aminoro la marcha, el paladín suspiro reconfortado.

Tras una horas, nos encontramos enfrente del pantano, Athos se dio cuenta de por qué no podíamos traer caballos, aquella agua era poca segura, unos pequeños senderos se erguían para el paso de aventureros, un simple descuido podría precipitarnos contra el fondo del pantano, el agua negra parecía suspirar deseando nuestra caída, aunque, sin mas problemas que algún pequeño traspiés, avanzamos sin demora.

-Silencio… - ordenó Athos.

En ese preciso instante nos encontrábamos cruzando una de las pocas llanuras que se encontraban en el camino hasta el castillo de Gorna. Nuestros pies frenaron en seco, dirigiendo nuestra mirada hasta el paladín oscuro quedamos en silencio…

-La tierra ha vibrado…
Esteban se acercó al paladín sin previo aviso.
-Tonterías, estas cosas nos retrasan… ¿podemos volver a emprender la marcha?
Athos fulminó con la mirada al príncipe, como si esperara a que un rayo procedente de sus ojos lo abrasara.

Nadie movió un dedo, todos prestamos atención a las palabras de Athos, seguidamente cerramos los ojos… y entonces pudimos escucharlo, a mi parecer, se oía el ruido de una pezuña de caballo golpeando el suelo, quizas un pequeño grupo de cincuenta o mas personas se acercaban a nosotros.

-¡Mierda! – grito Efrel- ¡desenvainar las armas!

Sin perder un segundo, todo el grupo puso el acero en alto, esperando al terrible enemigo, posiblemente tropas de Sarch que habían abandonado la invasión del castillo de Gorna. La respuesta no se hizo esperar, un centenar de hombres a caballo aparecieron por detrás de una colina, la anciana soltó un grito de sorpresa y agarró con mas fuerza su espada, se levanto una polvorera enorme mientras se acercaban a nuestra posición, nos rodearon sin mencionar palabra si quiera, no estuve tranquilo hasta que comprobé que no llevaban el emblema del emperador.

-¡Hombres de Sarch!-Les gritó Athos- ¡Cerdos traidores!
-¡No somos hombres del emperador!-Le vociferó el que parecía ser el de mas cargo del grupo.
-Entonces… ¿Quiénes demonios sois? – preguntó el príncipe con algo de timidez.

Aquel hombre que nos había contestado antes bajo del caballo, se veía que era un guerrero corpulento, alto y de melena rojiza, los rasgos de su cara como su propensa barba le hacían parecer más mayor de lo que era, juraría que aquel hombre no pasaría la treintena de años, aun así era capitán de todos estos hombres, debería tratarse de un gran guerrero.

-Mi nombre es Richy, somos hombres procedentes de las aldeas de Suen, Conor, Itan y Chenja, aproximadamente unos trescientos, nos encontramos buscando aliados para salvar a nuestros vecinos de Rual, en estos momentos nos dirigimos al castillo de Gorna, donde se esta dando el asedio, espero que se unan….

Aquel hombre volvió el gesto hacía Esteban, y mostrando intereses se quedó mirándolo fijamente…

-Tu eres…
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por Necronus Supliciador el Sab Jun 21, 2008 6:43 pm

Podrías haber dicho Éomër y habría quedado igual xDDDD

Nah, muy bien... pero repito lo dicho en ocasiones anteriores. Ojo con las palabras de doble significado, como bajo y bajó ;)

Nos leemos.
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Necronus Supliciador

 
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