por Daemon 666 el Jue Jun 09, 2005 10:21 pm
De los No Muertos
-Sólo hay un superviviente, mi señor, y está al límite de su tenue cordura- Dijo el canciller al gobernador Lencor.
-Hacedlo pasar¡¡¡- Vocifecó el gobernante a pesar de la advertencia y rebufos del canciller
Al poco tiempo, las grandes portezuelas de la sala del trono se abrieron, dejando pasar a un pobre diablo, un hombre carente de personalidad, lloraba, gimoteaba, pataleaba, e incluso intentaba morder a los dos soldados de la Guardia de Honor que le portaban. Cuando se cerraron las puertas, la amplísima sala llena de vidrieras con imagenes de los grandes héroes humanos que dieron sus vidas en la defensa de sus semejantes. En la grandiosa sala repleta de ornamentos de oro macizo, sólo estaban el canciller, el gobernador, 4 miembros de la guardia de honor, y el hombre harapiento.
-¡¡Que hable¡¡- Ordenó en gobernador
Una patada por parte de el celador que le custodiaba le inclinó contra el suelo y un tirón de la cadena que llevaba atada al cuello propició que sus llantos cesaran y comenzo a hablar sobre la masacre de Essedic, un pueblo en la frontera de Mordiah que habia sido arrasado por un mal olvidado hace tiempo. El hombrecillo comenzó a hablar....
-......yo.....só.....só.....sólo queríamos.....ayuda....estamos perdidos........y.....usted....-levantó la cara y con ojos refulgentes en odio miró al gobernador con una sonrisa burlona, el cual se levantó de su trono y se llevó la mano diestra a la empuñadura de Escudo brillante, su espada rúnica.
-y.....usted......morirá POR SU COBARDIA HIJO DE MIL RAMERAS¡¡¡ -gritó el hombrecillo para sorpresa de todos . Al instante, el celador perdío su yelmo el cual contenía su craneo cerzenado por un ávido movimiento en forma de arco de la garra del hombrecillo, el cual, estaba desarrollando una masa muscular inusitada a una velocidad alarmante, junto con garras, colmillos, y un tono negruzco de piel. El canciller intentó gritar presa del pánico, pero su grito se ahogó en sangre cuando la bestia en una decima de segundo le atravesaba el cuepo con el brazo izquierdo, para despues vapulearlo y lanzarlo contra el gobernador. Este, llamo a la guardia varias veces, pero los que creía que era la guardia de honor, eran meros cadáveres patéticos con las vísceras al descubierto, manchando de sangre negra y roja la alfombra real. El demonio miró al gobernador. Éste comprendió la velocidad a la que se movia la criatura, casi imposible de parar. EL gobernador se lanzó contra el monstruo, blandiendo su espada, recordando el sabor de la batalla, pero de repente, una mano asió su pierna logrando que perdiera el equilibrió y cayó al suelo lastimandose el labio inferior y la barbilla. Eran los cadáveres animados de la Guardia de Honor. En un último acto de valor, el gobernador trató de buscar su espada, pero la habia extraviado. Los dientes de un Guardia de Honor se hendieron en la carne de su cuello, propiciando que la última sensacion del gobernador fuese su propia sangre deslizándose sobre su pecho, y el crujido sordo de sus arterias al romperse.
Habian vuelto, y nadie en el Castillo logró oir sus agonizantes y desesperados gritos de dolor y miedo. Todos, caminaban patéticamente con sus cuerpos mutilados hacie el resurgir de los muertos.....
Ale, que os ha parecido????