por chogas el Jue Nov 01, 2007 5:28 pm
Aqui teneis el capitulo 2!!!! Se agradecen comentarios!!!
Capitulo 2: Una sorpresa inesperada
Baje las escaleras de mi habitación, no sin antes arropar a mi amada, el sol empezaba a caer y las ultimas sombras del dia se alargaban de manera sinuosa... incesantemente, contemple mi cuerpo ante el espejo de la puerta, mi pelo negro reposaba en mis hombros... poseia un cuerpo atletico debido a mis incesantes busquedas por los bosques en las que no cesaba de andar, mis ojos negros mostraban confianza en mi mismo... pero todo era una mascara, no lo negare, este cometido me venia demasiado grande... ocultaria mi nerviosismo delante de los ancianos pero no podia borrarlo de mi mente.
El olor del bosque llego hasta mí al instante en que abri la puerta, una brisa recorrio mi rostro muriendo mas tarde, ««Definitivamente sera una gran tarde»» - Pense intentando convencerme a mi mismo, despues de mis divagaciones e incertidumbres... decidi cruzar la puerta y poner los pies en la calle pedregosa, andube caminando un largo tiempo, recorriendo callejones y estrechos senderos por el bosque.
Debo añadir que el Arbol de las Edades se encontraba casi en las afueras de la aldea, bastante alejado del nucleo de la población, era el simbolo de los silvanos, por esa razon no se permitia edificar cerca de él, los mas ancianos intentaban mantenerlo estable y vigoroso a la vez que le rendian culto, los jovenes... simplemente lo veian como una reliquia pasada, pero pocos daban a conocer sus pensamientos por miedo a las posibles reprimendas de sus mayores.
Terminé mi paseo cuando descubri que me encontraba cerca del lugar, mis pasos se detubieron y me refugie en un roble para descansar, enseguida agarre la mochila donde cargaba con todo mi equipo y la pose sobre mi regazo, aparté pergaminos y tinteros, por fin encontre lo que buscaba... ¡mi túnica nueva!, en ese momento tenia una vestimenta informal que no me distinguia como druida, cualquiera que se fijase en mi me veria como un elfo corriente y sin distinción alguna, en cambio, al ponerme la tunica, cualquiera se daria cuenta del oficio que desempeñaba.
Mis camaradas mas cercanos me conocian como "el pastor de lobos", he de agradecer a Kaiser parte de tal mote y la otra parte se debe a mi gran afinidad con esta especie, la lealtad que me demuestran es algo extraordinario que no puedo explicar... aunque pienso que esto tambien podria deberse a mi fiel amigo.
Despues de mi merecido descanso, deposite todo en su sitio y acelere mis pasos para llegar cuanto antes, varios pensamientos me acechaban la mente y muchos consistian en las palabras que utilizaria para digerirme a los otros represantes... e incluso a los ancianos, ellos habian confiado en mi y mi fracaso seria una verguenza para mi y sobretodo para ellos.
Deje de andar, un gran espesor se abria desde mis pies en adelante, era gigantesco... extrañamente siempre me emocionaba al llegar a este lugar, la hierba verde cubriendolo todo y en el centro, el gran Arbol de las Edades, inmutable al paso de los años, con un increible espesor en las hojas de sus ramas y un tronco mas ancho que el de cualquier otro arbol corriente, sus raices eran duras como rocas...
Alrededor del arbol en forma de circunferencia se edificaron unos bancos, que supusieron el sitio de reunion para los ancianos y sus enviados, estos se habian usado desde generaciones en generaciones y era otro simbolo más añadido a la aldea. Pude diferenciar a los numerosos hombres y mujeres que allí se encontraban, me di cuenta de que habia una gran mezcla de razas, desde elfos o humanos hasta enanos y seres oscuros.
-¡Chogas!, te estabamos esperando...- Me llamó una voz femenina.
Esa voz me recordaba a alguien... gire mi cuerpo para determinar la identidad de la voz y mi sorpresa aumento al reconocerla, se trataba de Likimeya, era una elfa perteneciente al linaje de los Altos Elfos, parecia tan fragil, reposaba sentada en la hierba, con sus originales rizos rubios que se extendia sobre su espalda, aun tomando en cuenta su avanzada edad era esbelta y hermosa, se la consideraba una de las elfas mas sabias existentes... en numerosas ocasiones su simple presencia servia para intimidar a cualquier ser.
-¡Likimeya!, cuanto tiempo... ¿Vienes para acompañar a los ancianos? - Pregunte ingenuamente.
-No... soy parte de la fortaleza, como creo... que lo eres tu ahora...
Mi boca enmudecio, entre la sopresa y la alegria - ¿Y-y como...? ¡no me lo esperaba!
-Pues... lo llevaba pensando desde que me entere de la existencia de esta organización... y sabiendo mi reputacion mis superiores no tubieron ninguna incoveniencia - me conto mientras sonreia.
-Me alegra que compartamos caminos... - Esta noticia me paró el corazon... iba a mantenerme al lado de una vieja conocida y lo mas importante una gran maestra que podria enseñarme conocimientos totalmente desconocidos para mi.
-Bueno sera mejor que te acerques, la reunion esta cerca de dar comienzo... podrias ir conociendo a los demas miebros de La Fortaleza. - Me sugirio.- Te sorprenderas...
Con una sonrisa nos despedimos por el momento, volviendo sobre mis pasos pude contemplar la charla que se estaba llevando a cabo... los ancianos parecian preocupados, sus caras mostraban algo de desconfianza, bueno, es normal, los silvanos siempre hemos sido muy desconfiados... esa es la razon por la que nos refugiamos en los bosques, nos sentimos mas seguros aqui... alejados de las demas razas.
-¿No piensas saludar a antiguos aliados? - susurro una voz.
-E-e ¡Efrel! - grite con entusiasmo.
-jaja - rio el hombre - maldito elfo, ¿ni siquiera unas palabras de bienvenida?
-Es increible... no me digas que tu... tambien... - dije por lo bajo.
-Si ... - atenuó con un guiño
-Madre mia... esto si es una sorpresa... - recite mas para mis adentros.
Hacia tiempo que no tenia noticias de Efrel, el paladin habia sido asignado a mi grupo hace bastantos años... convivimos juntos durante meses en las cumbres de los montes Dhûll, tubimos que mantener alejados a unos rastreadores ghoul, los pasos por las montañas son los mas factibles para atacar los reinos y ni hombres ni elfos podiamos permitirnos perder esos puestos, asique tubimos que montar un grupo de protección. Casualmente en esos momentos me presentaron a Efrel, teniente imperial, cooperamos juntos para poder mantener el control sobre las tropas y finalmente la mision fue todo un exito.
-Bueno, amigo mio... veo que tienes las mismas orejas puntiagudas de la ultima vez - bromeó el paladin.
-¡Si!, no las cambiaria ni por esa barba tuya... - Dije siguiendole el juego
-Jeje, ¿nunca te he dicho que la barba de un hombre demuestra su madurez?
-Maldita sea, siempre dices lo mismo cuando menciono a tu barba - Segui riendo sin parar - Bueno... ¿Conoces a alguien mas de La Fortaleza?
-Pues... por lo que tengo entendido... podria haber un paladin más, algun que otro guerrero... realmente no presté mucha atención... - me confesó cabizbajo.
Le mire con algo de enfado pero a la vez gran alegria por volver a estar a su lado... - Bueno, no puedo pedir mas de un humano barbudo - Y mientras Efrel seguia riendo aprobeche para despedirme de él por el momento y darme prisa en encontrar a los ancianos, antes de dar comienzo la reunion debia encontrarles... pero en estos momentos solo una pregunta me removia la cabeza...¿que mas puede pasarme hoy?.
Camino de la revolucion... [Road to revolution]